viernes, 18 de noviembre de 2022

MIGUEL TÉBAR, EL LIBRERO DEL GUADARRAMA (IN MEMORIAM)

Corren duros tiempos de pérdidas y desapariciones de personas queridas. El pasado 10 de septiembre murió el editor y librero Miguel Tébar en un trágico y desafortunado accidente mientras escalaba en Los Galayos, la zona más abrupta de la Sierra de Gredos. La noticia supuso un verdadero mazazo para todos sus amigos, pues nadie espera a la parca con 59 años, que en el caso de Miguel eran casi plena juventud por su desbordante vitalidad física e intelectual. Para nosotros el golpe fue, si cabe, más impactante e inesperado, pues pocos días antes de su muerte habíamos quedado con él en reunirnos la semana siguiente para planificar nuestra participación conjunta en el Festival de otoño de la red de artistas La Dársena, la nueva plataforma cultural centrada en el ámbito comarcal de la Sierra de Guadarrama, que en su primera edición ha organizado el acto que va a tener lugar mañana sábado 19 de noviembre en el Centro de Visitantes del Parque Nacional en el Valle de La Fuenfría. Este encuentro, surgido con motivo de una exposición del gran fotógrafo de Naturaleza y también buen amigo Javier Sánchez, lo hemos reorientado como homenaje in memoriam a la impagable labor de Miguel Tébar en defensa del patrimonio y la cultura de estas montañas, pues como ya he mencionado estaba prevista su participación en él.      
          Conocí a Miguel hace un cuarto de siglo, cuando todavía estaba escribiendo mi primer libro Memorias del Guadarrama y andaba buscando editor. Nadie mejor que él para publicarlo, pues desde que abrió en 1986 una pequeña librería en la Calle Mayor de Madrid, frente a la Plaza de la Villa, y comenzó a editar sus propios libros tras fundar Ediciones La Librería, era el referente obligado en la publicación de libros sobre la historia, la cultura y el patrimonio de Madrid y su región. La relación de títulos publicados por esta editorial a lo largo de casi cuarenta años es impresionante. Y concretamente, sobre la Sierra de Guadarrama son decenas de obras de los autores más reconocidos dentro de los ámbitos de la historia, la literatura, el arte, la conservación y la educación ambiental. Creó también la Editorial El Senderista para la publicación de planos y guías de otras montañas españolas.

Miguel Tébar en su pequeña gran librería de la calle Mayor 80, en pleno Madrid de los
Austrias (fotografía: Ediciones La Librería)

          Mi trato profesional con Miguel fue más allá de la simple relación autor-editor, al colaborar con él como asesor y coordinador editorial en la publicación de algunos libros sobre temas de Madrid y sus montañas, lo que nos daba ocasión para conversar largamente sobre temas de historia, literatura y arte, sincerándonos sobre nuestras formas de entender la conservación de la naturaleza y el patrimonio monumental de la ciudad y de toda la región. Fue así como surgió una gran empatía entre nosotros que acabó convirtiéndose en una sólida amistad sólo truncada por su trágica muerte. Tratar con Miguel fue siempre una delicia. Era culto, educado y siempre cordial, con esa mirada franca que siempre transmitía sosiego a sus interlocutores. Otra afinidad que nos unió fue su amor incondicional por las montañas, que a menudo recorría en solitario desoyendo las recomendaciones de ir siempre acompañado, doctrina oficial y aceptada en estos tiempos de gregarismo y masificación en el disfrute de la naturaleza.

Con Miguel Tébar (de pie a la derecha) y otros amigos durante una excursión por
la vertiente segoviana de la sierra en otoño de 2014 (fotografía: Mario García)

          A Miguel también le preocupaba mucho la conservación y divulgación del patrimonio documental y fotográfico. No en vano editó y publicó numerosos libros sobre fotografías históricas y antiguas tarjetas postales relacionadas con la ciudad de Madrid y los pueblos de la sierra, uno de los cuales me pidió que prologase: La Sierra de Guadarrama en las antiguas postales, de Juan Pedro Velasco Sayago. Con motivo de su nombramiento como responsable del archivo y la biblioteca de la Sociedad de Alpinismo Peñalara tuve la enorme satisfacción de hacerle entrega, para su custodia, de una colección de negativos fotográficos procedentes del archivo personal del geólogo Francisco Hernández-Pacheco (1899-1976), que por complicaciones legales no pude ceder al archivo del parque nacional en el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM) de Valsaín. A este asunto dediqué una entrada anterior a esta bitácora.

En la sede de la Sociedad de Alpinismo Peñalara, durante el acto de entrega a
Miguel Tébar (segundo por la derecha) de la colección de negativos originales
de Francisco Hernández-Pacheco

          Hablando de fotografía, que es uno de los temas en los que vamos a centrar el acto de mañana en Cercedilla, Miguel se ilusionó mucho cuando Javier Sánchez y yo le propusimos en 2013 la publicación de un libro dedicado a los antiguos oficios y aprovechamientos tradicionales de la Sierra de Guadarrama, con textos míos y fotografías suyas. Tres años dedicamos a este trabajo, pues hubo que hacerlo a salto de mata ya que nuestras ocupaciones no nos dejaban libres más que unos pocos días entre semana para hacer los reportajes fotográficos y las entrevistas a los últimos representantes de un mundo rural que prácticamente ha desaparecido de estas montañas ya casi periurbanas. Puedo decir que esta labor conjunta llevada a cabo con Javier Sánchez y Miguel Tébar para sacar adelante el libro fue una de las mejores experiencias que he vivido en mi trabajo como escritor y defensor de nuestro patrimonio cultural.

Javier Sánchez con los guardas forestales Santiago Martín y Bienvenido García, después
de la sesión fotográfica y la entrevista que les hicimos para el libro sobre los viejos oficios
tradicionales de la Sierra de Guadarrama
Cubierta del libro 'Sierra de Guadarrama: viejos oficios para la memoria', editado
y publicado en 2016 por Ediciones La Librería

          Pero las buenas experiencias no se limitaron a los tres libros que publiqué con Miguel Tébar en Ediciones La Librería. Hubo otros de carácter colectivo en los que compartí autoría, y también algunos en los que intervine simplemente como prologuista, asesor o coordinador editorial, que me dieron igualmente muchas satisfacciones. Mi trabajo y colaboraciones con Miguel fueron siempre fáciles y placenteros, porque como amante y defensor del Guadarrama se implicaba en cada proyecto de edición con entusiasmo, lo que explica su amplia trayectoria guadarramista que no se limitó a la publicación de libros, guías y planos, pues también participó activamente en la reivindicación de figuras de protección efectivas para la Sierra en su conjunto, en especial en los Aurrulaques organizados cada año por Antonio Sáenz de Miera.

Miguel Tébar en el Reloj de Cela, leyendo uno de los manifiestos que se pronunciaron
en el Aurrulaque de 2013 con motivo de la creación del Parque Nacional de la Sierra
de Guadarrama

          Ser librero y editor es una dedicación heroica en los tiempos que corren, aunque la enorme labor de Miguel va incluso más allá del heroísmo. Su influencia en el conocimiento del gran patrimonio natural y cultural de Madrid y en la creación de una conciencia para su conservación será valorada en toda su envergadura con la perspectiva que da el tiempo. Y en lo personal su amistad fue un privilegio. Su silla vacía en el acto que celebramos mañana simboliza la soledad en que nos deja, cuando más necesitamos personas comprometidas como él para hacer mejor un mundo cada vez más tóxico, violento e inhabitable de la única forma posible: a través de la lectura y el conocimiento.    

2 comentarios:

Javier Sánchez dijo...

Gracias Julio por este homenaje a Miguel.No podrías haberlo explicado con mejores palabras. Un fuerte abrazo

Pepe Martínez dijo...

Hermosas palabras, Julio. Yo no tuve la fortuna de conocerle personalmente, pero si qué conocía su rica trayectoria editorial y agradezco ese legado que nos ha dejado. Siento también mucho su perdida.