Geminiano nació en 1930 en el pequeño pueblo segoviano de Abades, y se inició en el arte de esquilar a los 15 años, ocupación que alternó con las labores del campo hasta su jubilación. El antiguo oficio de esquilador a tijera era itinerante, como los segadores y tantos otros en el pasado, formándose cuadrillas de diez o doce hombres unidos por relaciones de amistad o parentesco que recorrían las tierras de Segovia desde mediados de abril hasta finales de junio para esquilar los miles y miles de rebaños que hasta hace menos de cincuenta años existieron en la provincia desde los lejanos y esplendorosos tiempos de la Mesta. Con su grupo, formado entre otros por los hermanos Gómez (Francisco, Juan Manuel, Ángel, Constantino y Alejandro), Geminiano partía de Abades y recorría numerosos pueblos de los alrededores de la ciudad de Segovia, como Zamarramala, Valverde del Majano, Marugán, Vegas de Matute, Fuentemilanos, Matamanzano, El Campillo, y otros muchos situados ya en la Vera de la Sierra, como Otero de Herreros, Ortigosa del Monte, Revenga, La Losa, Torrecaballeros, Matabuena, Prádena y Arcones. Tras el esquileo, estos últimos subían a sus majadas de la Mujer Muerta y los montes Carpetanos hasta mediados de octubre.
La jornada comenzaba a las seis de la mañana y se prolongaba hasta la caída del sol, y en este tiempo un esquilador experto y buen conocedor de su oficio podía esquilar hasta cincuenta ovejas. Para hacerse una idea del esfuerzo que esto supone no hay más que hacer la prueba e intentar abrirse paso con unas tijeras de las de entonces a través del recio y apretado vellón de una oveja merina, y comprobar cómo le sangran a uno las manos a las dos horas escasas de iniciar la faena.
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Geminiano mostrando sus viejas tijeras de esquilar en el esquileo de Cabanillas (fotografía de Javier Sánchez)
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