miércoles, 21 de octubre de 2020

LA TRAVESÍA DEL PUERTO DE SOMOSIERRA CON EL REBAÑO DE SUSO GARZÓN

Recupero aquí esta entrada publicada el viernes 21 de octubre de 2011 (hace
hoy exactamente nueve años) en el blog "Desde la Sierra de Guadarrama", 
eliminado recientemente de la Red. La transcribo con motivo de la 
Fiesta de la Trashumancia de 2020, cuya celebración en las calles
de Madrid ha sido suspendida por la pandemia del Covid-19

En pleno siglo XXI hablar de cañadas y pastores trashumantes o insistir en la necesidad de seguir usando las vías pecuarias para asegurar su conservación a muchos podría parecerles algo así como cantar alabanzas al Paleolítico inferior. Sin embargo, no somos pocos los que pensamos que la trashumancia tiene futuro y que los pastores, hasta que llegue ese incierto mañana, deberían estar protegidos como lo está en algunos lugares el lobo, su ancestral enemigo, al que hoy habría que considerar más bien como un aliado en la lucha por conservar la cultura pastoril. Plenamente conscientes de todo ello, el pasado 15 de octubre un pequeño grupo de amigos acudimos a la localidad segoviana de Cerezo de Arriba en respuesta a la petición de ayuda que nos había hecho pocos días antes nuestro amigo el naturalista Jesús (Suso) Garzón, presidente de la Asociación Concejo de La Mesta y de la Asociación Trashumancia y Naturaleza. Quería que le echáramos una mano durante un par de días en la complicada tarea de atravesar el puerto de Somosierra con el rebaño que está conduciendo hasta Madrid, cerca de un millar de ovejas churras y entrefinas propiedad de Javier y Adolfo Soriano, dos ganaderos de Zarzalejo (Madrid) que han pasado el verano con su ganado en las majadas de la Sierra de Cameros y que partieron de la localidad riojana de Brieva el 29 de septiembre, día de San Miguel.
          Desde entonces han cruzado el puerto de Piqueras, han bajado por la Cañada Real Soriana Occidental, y han atravesado parte de las provincias de Soria y Segovia hasta la confluencia de esta vía pecuaria con la Cañada Real Segoviana. El 30 de octubre, antes de llegar a su destino, cruzarán el centro de Madrid por la calle de Alcalá, junto a otras cuatro mil ovejas procedentes de Extremadura, sesenta vacas tudancas y avileñas traidas desde Cantabria y la Sierra de Gredos, y numerosos pastores leoneses, burgaleses y cántabros, todos venidos por carretera para participar en la XVIII Fiesta de la Trashumancia, que organizan todos los años la Asociación Trashumancia y Naturaleza y el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino.

Suso Garzón y Paco Cantó en el momento de partir de Cerezo de Arriba, junto al
Land Rover de la Fundación Oxígeno que nos sirve de vehículo de apoyo

          Hablar de conservación en España a lo largo de los últimos cuarenta años es hablar de Suso Garzón. Autor de trabajos pioneros sobre la fauna ibérica, colaborador y amigo de otros naturalistas ya casi míticos, como José Antonio Valverde, Javier Castroviejo y Félix Rodriguez de la Fuente, y merecedor de numerosos premios nacionales e internacionales por su labor en defensa de la Naturaleza, su incipiente fama creció como la espuma cuando en 1974 emprendió en solitario una dura batalla contra el ICONA, la industria papelera y algunos terratenientes y alcaldes de varios municipios cacereños en su intento de salvar Monfragüe. Este espacio natural, por entonces casi desconocido, estaba a punto de desaparecer por completo bajo la acción de las excavadoras que arrasaban sus laderas para repoblarlas con eucaliptos. Arrendando él mismo algunas fincas con dinero que tuvo que buscar hasta debajo de las piedras, y consiguiendo apoyos dentro y fuera de España procedentes del mundo científico y conservacionista, al final pudo detener el desastre y lograr que Monfragüe fuera declarado como parque natural en 1979. De lo visionario y providencial de su campaña de protección da fe el resultado final de la declaración de este espacio natural como parque nacional en marzo de 2007. En 1984 Suso Garzón fue nombrado director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, pero su carácter rebelde le hizo presentar su dimisión en 1987, al considerarse maniatado en su intento de cambiar las cosas de una vez por todas en la política ambiental de la región. En 1992 fundó la Asociación Concejo de La Mesta, y en 1997 la Asociación Trashumancia y Naturaleza, ambas con el fin de salvaguardar la rica biodiversidad ibérica mediante la recuperación de la trashumancia tradicional de ganado por estos verdaderos corredores ecológicos que son las cañadas. Desde entonces ha hecho circular por las principales vías pecuarias del país, entre las dehesas extremeñas y la Cordillera Cantábrica, a miles y miles de cabezas de ganado merino, cabras retintas y vacas moruchas y avileñas, además de cientos de caballerías, mastines y pastores. En 2007 organizó en La Granja (Segovia) el que fue sin duda uno de sus proyectos más arriesgados y apasionantes: el Encuentro Mundial de Pastores Nómadas y Trashumantes, para el que trajo a España a más de doscientos pastores nómadas de treinta y ocho países y cincuenta tribus indígenas de América, Asia y África.

En el Encuentro Mundial de Pastores Nómadas y Trashumantes, el 17 de septiembre de
2007. 
De izquierda a derecha, Eduardo Casanova, el autor de estas líneas, Carlos de
Hita y Suso Garzón ante una jaima tuareg (Trashumancia y Naturaleza)
      
          Es fácil comprender que con esta vida tan ajetreada e itinerante a Suso se le presenten a menudo peliagudas complicaciones de tipo logístico, y en esta ocasión no hemos dudado ni siquiera un momento en prestarle toda nuestra ayuda en la travesía del Guadarrama. En el recorrido que está haciendo estos días desde la Sierra de Cameros, para él, para los pastores y para el rebaño se ha terminado ya la relativa tranquilidad de la Cañada Soriana Occidental, y ahora, en su camino por la Real Segoviana se tienen que enfrentar, ya con nuestra humilde colaboración, a otro tipo de dificultades, como son los grandes obstáculos que constituyen la autovía A-1 y el sinfín de vías de servicio, viaductos, puentes y pasos subterráneos que entre todos tenemos que atravesar arreando con mucha prisa un rebaño de un millar de ovejas.
 
Juan García Vicente al poco de partir de Cerezo de Arriba. Al fondo la Sierra
de Guadarrama, que debemos cruzar por el puerto de Somosierra en dirección a Buitrago
Suso Garzón en el tramo de la Cañada Real Segoviana que cruza el encinar de Cerezo
de Abajo, ante el fondo cercano de la Sierra de Ayllón
El rebaño entre nubes de polvo por la Cañada Real Segoviana
Sofía, Alegría y Begoña, las tres pastoras que nos acompañan el primer día de nuestro camino
Uno de los grandes mastines que guardan el rebaño
Las ovejas pastando a la sombra de enormes encinas durante un breve descanso. 
Al fondo las primeras estribaciones de la Sierra de Ayllón
El rebaño atravesando los encinares de Cerezo de Abajo. Al fondo los Montes Carpetanos

          Hemos partido de la localidad de Cerezo de Arriba, hasta donde anoche tuvo que desplazarse el rebaño en busca de agua. Enseguida atravesamos la autovía bajo el primero de los enormes viaductos que vamos a tener que cruzar en nuestro camino hasta Buitrago, y poco después pasamos por la linde del soberbio encinar de Cerezo de Abajo para proseguir, ya atravesando eriales, hasta la Venta Juanilla, en donde se inicia la subida al puerto de Somosierra. Traspasada la antigua Cerca de la Cava, entramos ya en la provincia de Madrid, en cuyos confines occidentales las ovejas pasarán el invierno, concretamente en la localidad de Santa María de la Alameda. Por el camino, Manolo Crespo y José María Boltrán, los dos expertos pastores que trae Suso a cargo del rebaño, nos van contando las peripecias que han pasado durante las dos semanas de viaje transcurridas desde su partida de la Sierra de Cameros. No han tenido problemas con los lobos, porque cada noche rodean el gran redil donde apriscan el ganado con los hilos del pastor eléctrico, pero sí se han visto muy apurados por la falta de agua y de buenos pastos.

Los dos expertos pastores a cargo del rebaño, Manolo Crespo y José María Boltrán,
durante el almuerzo, antes de acometer la subida al puerto
   
          A causa del seco e interminable verano, que se alarga ya hasta principios de noviembre, la hierba no ha rebrotado este otoño, en especial los majadales, que por esta época producen un pasto fino y nutritivo compuesto por una mezcla de leguminosas muy apreciadas por el ganado. A lo largo de toda la cañada apenas se puede aprovechar la «grana», es decir las semillas de las distintas hierbas que quedan en el suelo, y las rastrojeras de cereal. No es raro, pues, que las ovejas vengan muy menguadas de peso y se hayan tenido que sacrificar muchos corderos. Todo ello es, sin duda, consecuencia del calentamiento climático que ya está afectando, y mucho, a la ganadería extensiva en nuestro país. 

Bordeando la Autovía A-1 en dirección al puerto de Somosierra
El rebaño, ajeno al fragor de los camiones que circulan por la autovía, aprovecha en
su camino los resecos pastizales de un otoño de sequía prolongada
Juan García Vicente cubriendo la linde derecha de la cañada. Al fondo la torre
del ruinoso priorato de Santo Tomé del Puerto, cuyos monjes cobraban el portazgo
a todo el que cruzaba este importante paso de la sierra durante la Edad Media
El rebaño reunido a la sombra del gran viaducto que da paso a la autovía A-1 
entre Santo Tomé del Puerto y Somosierra
Las ovejas cruzando el río Duratón bajo el enorme viaducto de hormigón

          Pero, como ya se ha dicho, los dos pastores y el ganadero Javier Soriano se quejan sobre todo de la dificultad de encontrar agua para que abreve el ganado. A pesar de la primavera tan lluviosa que hemos disfrutado este año, muchos de los arroyos, fuentes y manantiales que se utilizan desde siempre al paso por la cañada se han secado a causa del prolongado estiaje de un otoño inusualmente cálido y seco. En su búsqueda de agua, nuestros pastores a menudo se tienen que apartar a no poca distancia de su camino, o pedir permiso para meter las ovejas en algunas fincas privadas que dispongan de abrevaderos. Allá por donde pasan encuentran la solidaridad de las gentes de los pueblos, y más cuando dicen que las ovejas cruzarán Madrid el 30 de octubre para celebrar la Fiesta de la Trashumancia. Tanto es así, que poco antes de llegar a la Venta Juanilla una patrulla de la Guardia Civil nos da el alto a pastores y ovejas para apercibirnos de que no podemos pasar con el ganado por el borde de la autovía, aunque está separado de la calzada por una alta e infranqueable cerca de malla metálica. Pese a nuestras protestas y a las explicaciones que les damos de que la Cañada Real Segoviana transcurre por este lugar desde hace más de ochocientos años y de que muchos tramos han desaparecido bajo las infraestructuras de asfalto y hormigón, nos piden los papeles para formular una denuncia contra nosotros. Cuando les informamos de que el rebaño que conducimos es el que atravesará las calles de Madrid el próximo domingo cambian el gesto adusto por una sonrisa y nos permiten continuar nuestro camino. Tras el breve almuerzo a la sombra de unos escuálidos arbolillos y ya avanzada la tarde, a medida que vamos subiendo por el tramo abandonado de la antigua carretera Madrid-Burgos que cruzaba el puerto de Somosierra antes de la construcción de la autovía, la temperatura se hace más fresca y ya se percibe en el aire cierta humedad y el aroma sutil y fragante de los pastizales de la sierra, que dejamos que el ganado aproveche retrasando el ritmo de nuestra marcha. El sol poniente ilumina con tonos espectaculares el barranco y la cascada de los Litueros, por donde se despeña el joven río Duratón con su caudal muy menguado por el prolongado estiaje. 
          Después de coronar el puerto y comprar algunas provisiones para nosotros y cuatro grandes sacos de pienso para los mastines y los perros carea, nos disponemos a apriscar el rebaño en los corrales de un ganadero de Somosierra, con el que Suso ha acordado este servicio altruista a la causa de la trashumancia. No en vano, este pueblo ha vivido del pastoreo durante siglos y todos sus vecinos miran con simpatía tanto a las ovejas que inundan las calles como a los pastores que las conducen. Gracias a este acuerdo con el ganadero, al final de la agotadora jornada nos ahorramos el trabajo de levantar el redil y colocar el pastor eléctrico que Manolo y José María vienen utilizando desde su partida de la Sierra de Cameros para evitar los ataques de los lobos durante la noche.

Subiendo al puerto de Somosierra por un tramo abandonado de la carretera Madrid-
Burgos. Al fondo el barranco de los Litueros, por donde se despeña el recién nacido río Duratón
Suso Garzón en Somosierra conduciendo las ovejas hacia el aprisco cercano
El autor dedicándole a Suso su libro "Sierra de Guadarrama: Biografía de un Paisaje",
tras guardar el rebaño en el redil del puerto de Somosierra (fotografía de Paco Cantó) 
El rebaño al amanecer antes de salir del aprisco que nos ha prestado de forma
altruista un ganadero de Somosierra
          
          De madrugada la temperatura ha bajado hasta los 4º C, lo normal aquí en esta época del año, pero no hay ninguna señal que anuncie la lluvia. Manolo ha dormido junto al rebaño en el remolque enganchado al Land Rover donde transportamos los avíos. A José María le tocaba ayer su turno de cama, ducha y afeitado, por lo que ha pasado la noche cómodamente en una habitación del hostal del puerto de Somosierra. Suso tuvo que marcharse ayer a última hora para atender a otro rebaño de los varios que trashuman a su cargo por esta época. Le volveremos a ver el 27 de octubre, tres días antes del paso de las ovejas por Madrid, en el Seminario sobre la Trashumancia del siglo XXI que va a celebrarse en el Ministerio de Medio Ambiente, en el que participará como ponente.

Almorzando de buena mañana, antes de partir hacia Buitrago
El rebaño atravesando la localidad de Somosierra en la mañana del 16 de octubre de 2011

          Al amanecer, el rebaño está impaciente por seguir el camino, obedeciendo al instinto de la migración que lleva marcado en los genes. Abrimos el aprisco y la marea de blancos vellones se pone en marcha por las calles de Somosierra entre el ensordecedor bullicio de centenares de esquilas y el balido de mil ovejas. Un anciano se asoma curioso al umbral de su casa y detengo un momento el Land Rover para preguntarle por dónde puedo encontrar el paso que cruza bajo la carretera a la salida del pueblo. Me lo explica y aprovecha para describirme con nostalgia cómo, hace sesenta años, en otoño pasaban cada día por delante de su puerta tres o cuatro grandes rebaños trashumando hacia Extremadura o el Valle de Alcudia, y me dice al final que si se lo permitieran las piernas nos acompañaría de buena gana. Mientras habla, el brillo que se enciende en sus ojos delata al pastor trashumante que fue de joven. No en vano, durante ocho siglos por aquí pasaron dos veces al año, de ida en mayo y de vuelta en octubre, las mayores concentraciones de ganado ovino de toda Castilla y muchos vecinos de Somosierra se dedicaron desde siempre a hacer la trashumancia.   
          Atravesando por enésima vez un tramo de carretera por un paso subterráneo, encontramos la cañada y a los pocos kilómetros llegamos por fin a la dehesa boyal de Robregordo, cuyo paisaje casi virgiliano de grandes acebos y fresnos creciendo entre arroyos y praderas supone un respiro pasajero entre tanto desatino de hormigón, aunque quien suscribe nunca había visto sus pastizales tan agostados en esta época del año. Ovejas y perros pueden por fin beber a placer en el arroyo Madarquillos y en la cacera que atraviesan la dehesa, y nosotros relajarnos, porque hemos superado ya los peores obstáculos en nuestro recorrido por la Cañada Real Segoviana, que a partir de aquí ya transcurre sin tantos sobresaltos casi hasta nuestro destino. Al fondo, entre calimas más propias de agosto, ya se vislumbra la ciudad de Madrid, que atravesaremos entre multitudes el próximo domingo para celebrar la Fiesta de la Trashumancia.

Bajando por las vertientes meridionales del puerto de Somosierra hacia la dehesa
de Robregordo. Al fondo la Sierra Cebollera
La satisfacción se muestra en nuestros rostros por la llegada a la dehesa de Robregordo
Ovejas y mastines pueden por fin beber a placer compartiendo el agua de una cacera
El ganado paciendo ya tranquilo en la dehesa de Robregordo tras el conteo del rebaño
José María y Manolo, nuestros dos pastores, durante el almuerzo en la dehesa de Robregordo