Mediados de julio. Estamos en la época en que los juncianales lucen todo su esplendor... Pero antes de iniciar estas líneas pido disculpas por emplear este término de origen pastoril, ya en desuso, y me apresuro a explicar que un "juncianal" no es otra cosa que un lugar donde crece en abundancia la genciana o junciana (Gentiana lutea), una vistosa planta herbácea de espectacular floración amarilla (luteo es "amarillo" en latín), que puede alcanzar un metro y medio de altura y que en las montañas del Sistema Central crece siempre por encima de los 1.700 metros de altitud, sobre todo en cervunales y piornales aclarados, al pie de los ventisqueros y en las cabeceras de los arroyos. Hay una variedad de flores anaranjadas (aurantiaca) que abunda más según se avanza hacia el oeste en las montañas del norte y centro de la península, aunque se pueden encontrar individuos aislados casi en cualquier lugar de su hábitat natural.
La genciana es una planta casi mítica, una de las más buscadas de la historia de la humanidad desde que Gentio, rey de Iliria y primer divulgador de sus virtudes medicinales en el siglo II antes de nuestra era, mandara recolectarla en las montañas de lo que hoy son Croacia, Eslovenia y Albania. Por ello, los romanos, conquistadores de Iliria en el año 168 antes de Cristo, ya le dieron la denominación alusiva a este personaje histórico, que nombra también a toda la familia de las Gencianáceas, un extenso grupo de plantas que cuenta con cientos de especies repartidas por todo el mundo y cerca de una treintena en Europa.
La genciana amarilla es una planta que se desarrolla muy lentamente, hasta el punto de que puede vivir más de medio siglo y tardar alrededor de una década en dar su primera flor. Como planta herbácea que es, brota en primavera y muere en otoño, quedando la raíz en estado latente bajo el suelo hasta el año siguiente. En primavera, tras la fusión de las nieves, brota una roseta basal compuesta por hermosas hojas lanceoladas que cuando la planta tiene ya cinco o seis años de edad comienza a desarrollar un alto tallo en el que, de finales de junio a mediados de julio, brotarán con el tiempo sus grandes flores amarillas en verticilos axilares y dispuestas en pisos.
Pero lo que ha dado fama a la genciana es su raíz, un grueso y carnoso rizoma que con los años puede alcanzar el diámetro del brazo de un hombre y un peso superior a los cinco kilos, donde se acumulan los principios activos que le dan su valor medicinal. El extracto amarillento de esta raíz tiene propiedades tónicas, febrífugas, antisépticas, antiinflamatorias y antihelmínticas conocidas desde la antigüedad, y es la sustancia natural más amarga que se conoce, por lo que se utiliza también para dar su sabor a ciertos licores y aperitivos, como la angostura y el bitter. En el siglo XIX se descubrieron sus propiedades energéticas, tónicas y reconstituyentes, por lo que todo lo relacionado con la raíz de genciana se puso de moda. Los laboratorios farmaceúticos de toda Europa comenzaron a elaborar preparados de mil clases distintas a base de extracto de raíz de genciana, que se anunciaban en los periódicos y revistas de la época de nuestros abuelos. A partir de entonces las poblaciones de esta planta entraron en regresión en todo el continente, pues de ser recolectada en pequeñas cantidades por los pastores, que la utilizaban para curar la "chamberga" y otras enfermedades de las ovejas y vendían lo que les sobraba a los tratantes que comerciaban con ella, pasó a ser extraida de forma masiva y sistemática. A comienzos del siglo XX era recogida en plena floración por las inmediaciones del puerto de Navacerrada y vendida a intermediarios para ser exportada a Francia. En los últimos cien años la genciana se ha recolectado intensivamente en casi todas las altas montañas españolas y europeas, y hoy se sigue recogiendo allí donde no está estrictamente protegida, pese a ser fácilmente cultivable, incluso en jardinería. Se calcula que en Europa se recogen más de 6.000 toneladas de raíz de genciana cada año, casi todas procedentes de plantas silvestres y de las que 2.500 se recolectan en Francia. La raíz debe extraerse en otoño, época en la que ha almacenado todas sus reservas al finalizar el período vegetativo anual, y que es cuando la planta tiene alguna posibilidad de sobrevivir siempre que se le deje una parte de su rizoma en la tierra, aunque tarda años en recuperarse. Lamentablemente, la recolección no siempre se hace de forma tan respetuosa.
El juncianal al que se refiere el título de esta entrada está situado en el espaldar de la Najarra, en la cabecera de uno de los regajos que forman el arroyo de la Najarra, afluente por la derecha del arroyo del Aguilón. Esta es, sin duda, una de las concentraciones de Gentiana lutea más importantes de toda la sierra, pues forma una extensa mancha que cubre una buena parte de esta ladera orientada al N-NO y abierta sobre el puerto de la Morcuera, aproximadamente entre los 1.850 y los 1.950 metros de altitud. En estas fechas de mediados de julio el aspecto de este paraje es espectacular. Las gencianas, enhiestas como pequeños mástiles de navío, crecen por todas partes mezclándose con piornos (Cytisus oromediterraneus), brezos blancos (Erica arborea) y jabinos (Juniperus communis) y tomando humildemente el relevo, con el amarillo de sus grandes flores, a la masiva pero ya pasada floración del piornal circundante.
Esta gran mancha de genciana está atravesada por uno de los senderos más transitados de la sierra, el que baja al puerto de la Morcuera desde la loma de los Bailanderos y que utilizan todos aquellos que hacen la travesía de la Cuerda Larga en uno u otro sentido. Entre las multitudes que pasan por aquí durante la época de floración de la genciana, poca gente habrá que conozca el valor y la singularidad de este enclave. Muy posiblemente, tampoco lo conocerán los gestores del recién estrenado Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, en cuyo ámbito territorial queda incluido en su totalidad. Por ello, venciendo mis escrúpulos en lo referente a divulgar lugares especialmente sensibles, le dedico estas líneas para dar a conocer su importancia botánica y paisajística y llamar la atención sobre su fragilidad y las amenazas que pesan sobre él, en especial el tránsito continuo de miles de senderistas y montañeros que pasan por aquí cada año, lo que está causando serios problemas de erosión en algunas zonas de esta ladera. La moda emergente y avasalladora de las carreras de montaña, algunas de las cuales transcurren por este sendero cruzando el juncianal en plena época de floración, supone también una amenaza considerable para este paraje único.
Hay otros muchos juncianales en las altas vertientes de la sierra de Guadarrama, y no todos quedan al amparo del Parque Nacional o del Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama, este último declarado hace tres años en la vertiente castellanoleonesa. Sin embargo, la genciana amarilla está protegida por la Directiva Europea Hábitats y figura en el Catálogo de Especies Amenazadas de la Comunidad de Madrid como especie "de interés especial". En el Catálogo de la Flora Protegida de Castilla y León está catalogada como especie susceptible de "aprovechamiento regulado", es decir, su raíz se puede recolectar con autorización administrativa de la Consejería de Medio Ambiente.
El juncianal de la Najarra goza de la máxima protección desde hace apenas unas semanas, al quedar incluido en su totalidad dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, pero no por eso va a dejar de ser tan fácilmente el más amenazado de todos los que conocemos. Su custodia y salvaguarda, como la de tantos otros valiosos enclaves de interés botánico, faunístico, geomorfológico y paisajístico, es obligada y prioritaria, y en consecuencia hacemos votos para que este llamamiento a su protección sea escuchado y no caiga en el saco roto que las administraciones se echan tan a menudo a las espaldas.
Gencianas en flor con el fondo todavía nevado del macizo de Peñalara (11 de julio de 2013) |
La genciana es una planta casi mítica, una de las más buscadas de la historia de la humanidad desde que Gentio, rey de Iliria y primer divulgador de sus virtudes medicinales en el siglo II antes de nuestra era, mandara recolectarla en las montañas de lo que hoy son Croacia, Eslovenia y Albania. Por ello, los romanos, conquistadores de Iliria en el año 168 antes de Cristo, ya le dieron la denominación alusiva a este personaje histórico, que nombra también a toda la familia de las Gencianáceas, un extenso grupo de plantas que cuenta con cientos de especies repartidas por todo el mundo y cerca de una treintena en Europa.
La genciana amarilla es una planta que se desarrolla muy lentamente, hasta el punto de que puede vivir más de medio siglo y tardar alrededor de una década en dar su primera flor. Como planta herbácea que es, brota en primavera y muere en otoño, quedando la raíz en estado latente bajo el suelo hasta el año siguiente. En primavera, tras la fusión de las nieves, brota una roseta basal compuesta por hermosas hojas lanceoladas que cuando la planta tiene ya cinco o seis años de edad comienza a desarrollar un alto tallo en el que, de finales de junio a mediados de julio, brotarán con el tiempo sus grandes flores amarillas en verticilos axilares y dispuestas en pisos.
Pero lo que ha dado fama a la genciana es su raíz, un grueso y carnoso rizoma que con los años puede alcanzar el diámetro del brazo de un hombre y un peso superior a los cinco kilos, donde se acumulan los principios activos que le dan su valor medicinal. El extracto amarillento de esta raíz tiene propiedades tónicas, febrífugas, antisépticas, antiinflamatorias y antihelmínticas conocidas desde la antigüedad, y es la sustancia natural más amarga que se conoce, por lo que se utiliza también para dar su sabor a ciertos licores y aperitivos, como la angostura y el bitter. En el siglo XIX se descubrieron sus propiedades energéticas, tónicas y reconstituyentes, por lo que todo lo relacionado con la raíz de genciana se puso de moda. Los laboratorios farmaceúticos de toda Europa comenzaron a elaborar preparados de mil clases distintas a base de extracto de raíz de genciana, que se anunciaban en los periódicos y revistas de la época de nuestros abuelos. A partir de entonces las poblaciones de esta planta entraron en regresión en todo el continente, pues de ser recolectada en pequeñas cantidades por los pastores, que la utilizaban para curar la "chamberga" y otras enfermedades de las ovejas y vendían lo que les sobraba a los tratantes que comerciaban con ella, pasó a ser extraida de forma masiva y sistemática. A comienzos del siglo XX era recogida en plena floración por las inmediaciones del puerto de Navacerrada y vendida a intermediarios para ser exportada a Francia. En los últimos cien años la genciana se ha recolectado intensivamente en casi todas las altas montañas españolas y europeas, y hoy se sigue recogiendo allí donde no está estrictamente protegida, pese a ser fácilmente cultivable, incluso en jardinería. Se calcula que en Europa se recogen más de 6.000 toneladas de raíz de genciana cada año, casi todas procedentes de plantas silvestres y de las que 2.500 se recolectan en Francia. La raíz debe extraerse en otoño, época en la que ha almacenado todas sus reservas al finalizar el período vegetativo anual, y que es cuando la planta tiene alguna posibilidad de sobrevivir siempre que se le deje una parte de su rizoma en la tierra, aunque tarda años en recuperarse. Lamentablemente, la recolección no siempre se hace de forma tan respetuosa.
El juncianal al que se refiere el título de esta entrada está situado en el espaldar de la Najarra, en la cabecera de uno de los regajos que forman el arroyo de la Najarra, afluente por la derecha del arroyo del Aguilón. Esta es, sin duda, una de las concentraciones de Gentiana lutea más importantes de toda la sierra, pues forma una extensa mancha que cubre una buena parte de esta ladera orientada al N-NO y abierta sobre el puerto de la Morcuera, aproximadamente entre los 1.850 y los 1.950 metros de altitud. En estas fechas de mediados de julio el aspecto de este paraje es espectacular. Las gencianas, enhiestas como pequeños mástiles de navío, crecen por todas partes mezclándose con piornos (Cytisus oromediterraneus), brezos blancos (Erica arborea) y jabinos (Juniperus communis) y tomando humildemente el relevo, con el amarillo de sus grandes flores, a la masiva pero ya pasada floración del piornal circundante.
Ladera completamente tapizada de gencianas en el espaldar de la Najarra (11 de julio de 2013) |
Esta gran mancha de genciana está atravesada por uno de los senderos más transitados de la sierra, el que baja al puerto de la Morcuera desde la loma de los Bailanderos y que utilizan todos aquellos que hacen la travesía de la Cuerda Larga en uno u otro sentido. Entre las multitudes que pasan por aquí durante la época de floración de la genciana, poca gente habrá que conozca el valor y la singularidad de este enclave. Muy posiblemente, tampoco lo conocerán los gestores del recién estrenado Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, en cuyo ámbito territorial queda incluido en su totalidad. Por ello, venciendo mis escrúpulos en lo referente a divulgar lugares especialmente sensibles, le dedico estas líneas para dar a conocer su importancia botánica y paisajística y llamar la atención sobre su fragilidad y las amenazas que pesan sobre él, en especial el tránsito continuo de miles de senderistas y montañeros que pasan por aquí cada año, lo que está causando serios problemas de erosión en algunas zonas de esta ladera. La moda emergente y avasalladora de las carreras de montaña, algunas de las cuales transcurren por este sendero cruzando el juncianal en plena época de floración, supone también una amenaza considerable para este paraje único.
La transitada senda que sube hacia la Cuerda Larga cruza el juncianal de la Najarra (11 de julio de 2013) |
Hay otros muchos juncianales en las altas vertientes de la sierra de Guadarrama, y no todos quedan al amparo del Parque Nacional o del Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama, este último declarado hace tres años en la vertiente castellanoleonesa. Sin embargo, la genciana amarilla está protegida por la Directiva Europea Hábitats y figura en el Catálogo de Especies Amenazadas de la Comunidad de Madrid como especie "de interés especial". En el Catálogo de la Flora Protegida de Castilla y León está catalogada como especie susceptible de "aprovechamiento regulado", es decir, su raíz se puede recolectar con autorización administrativa de la Consejería de Medio Ambiente.
El juncianal de la Najarra goza de la máxima protección desde hace apenas unas semanas, al quedar incluido en su totalidad dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, pero no por eso va a dejar de ser tan fácilmente el más amenazado de todos los que conocemos. Su custodia y salvaguarda, como la de tantos otros valiosos enclaves de interés botánico, faunístico, geomorfológico y paisajístico, es obligada y prioritaria, y en consecuencia hacemos votos para que este llamamiento a su protección sea escuchado y no caiga en el saco roto que las administraciones se echan tan a menudo a las espaldas.
6 comentarios:
Respetar todo lo que engloba un entorno natural es indispensable para que todo marche en el monte, de ahí la importancia de todas las plantas en general y de esta en particular: LA GENCIANA.
Gracias Julio por estos interesantes relatos serranos.
Muy interesante Julio, el otro día vi una Genciana en el Alto de las Guarramillas y me acordé de ti. Un abrazo
Muy interesante Julio, gracias.
Enhorabuena por el trabajo que tiene, bajo mi punto de vista, doble vertiente : divulgativo y de concienciación. Y con fotos tan bonitas. Gracias y ánimo.
Creo que con raíz de genciana se hace la o el ratafia. Un licor del Pallars rico, rico.
Hola. Muy interesante y divulgativo. He encontrado alguna que otra anotación erronea la cual podriamos comentar alguna vez como mero tema de charla ya que hice mi tesis doctoral sobre la genciana. Es una planta que deberiamos cuidar con esmero e intentar explotar como lo hacen en otros paises donde es centro de actividades economicas muy variadas, y aunque no creo que haga rico a nadie si que puede ser interesante
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