lunes, 16 de diciembre de 2024

EL PUERTO DE NAVACERRADA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE UN «NO LUGAR»

Por la actualidad que ha recobrado el contencioso sobre la estación de esquí, transcribo este ensayo sobre la situación ambiental y urbanística del puerto de Navacerrada, que publiqué en la primavera de 2012 en la web de la Sociedad Castellarnau. Aquí se puede descargar la publicación original.

Esquiadores echando pie a tierra para subir caminando al puerto de Navacerrada, en
la segunda década del siglo XX (Archivo General de la Administración) 
 
Entre la larga serie de controversias que ha desatado el interminable proceso de declaración del mal concebido y peor denominado Parque Nacional de las Cumbres de la Sierra de Guadarrama, quizá ninguna tan polémica como la que rodea al llamado «Proyecto de Recuperación Ambiental del Puerto de Navacerrada», cuyas obras está previsto que se culminen a lo largo de este año 2012 tras una inversión prevista de diez millones de euros por parte de la Comunidad de Madrid. Los trabajos, que se están llevando a cabo sin el preceptivo procedimiento de evaluación de impacto ambiental ni la apertura de período alguno de información pública, parece que están encaminados más bien a perpetuar el problema ya endémico que afecta desde hace décadas a este popular paraje de la sierra que a buscar una verdadera solución del mismo. Y esto es evidente a pesar de la ostentosa declaración de intenciones del proyecto, que según se puede leer en la web oficial de la Comunidad de Madrid, pretende «devolver el esplendor a este emblemático enclave serrano». Tras los cambios introducidos en el plan a posteriori por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, queda claro que el Gobierno regional pretende más una vuelta al «esplendor» deportivo e inmobiliario de la segunda mitad del pasado siglo que al perdido esplendor natural y paisajístico del enclave, como podría dar a entender a los incautos la expresión «recuperación ambiental» que figura en el título. No se trata de pedir aquí responsabilidades a nadie por el deterioro del puerto, que se consumó ya hace más de medio siglo a resultas de las desordenadas iniciativas de algunos promotores vinculados a los deportes de montaña y muy bien relacionados con las altas instancias del régimen de Franco. Pero en beneficio de la verdad histórica y con vistas a una ineludible y auténtica recuperación ambiental de este paraje, que tarde o temprano tendrá que abordarse, sí queremos recordar cómo fue el largo proceso de privatización que acabó por convertir el puerto de Navacerrada en un auténtico «no lugar», término éste acuñado por el geógrafo norteamericano James Howard Kunstler para referirse a esos espacios de tránsito fríos y desnaturalizados, como son las gasolineras, los polígonos industriales o esas desoladas áreas de descanso de las autovías, que invitan a cualquier cosa menos a detenerse en ellas. Un paisaje degradado de edificios abandonados o en ruinas, con sus fachadas cubiertas de grafitis y las puertas y ventanas tapiadas para evitar la acción de ocupantes ilegales; y el resto de inmuebles que aún no han sido abandonados exhibiendo por doquier carteles de venta de apartamentos que nadie quiere comprar ni a precios de saldo. Esta es hoy la triste realidad de un lugar que en poco tiempo va a convertirse en el principal punto de acceso para los miles de turistas nacionales o extranjeros que pretendan visitar el futuro Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.