La sierra de Guadarrama, tan cercana a una aglomeración urbana de seis millones de habitantes, todavía conserva rincones casi ajenos al mundo en los que el tiempo parece no haber transcurrido desde los ya lejanos años en los que España era un país eminentemente rural. Uno de ellos es el Hueco de San Blas el Viejo, un paraje del que nunca he querido hablar demasiado para no contribuir a darle una excesiva visibilidad que podría convertirlo en un lugar tan ruidoso, masificado y poco agradable como las hermosísimas Dehesas de Cercedilla, donde la presión recreativa descontrolada ‒en especial la procedente del ciclismo de montaña‒ alcanza ya límites difíciles de soportar por un medio natural castigado en extremo.
Ahora, ante la mala gestión de que es objeto por parte de la misma administración encargada de su custodia, es decir, de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, y ante las amenazas procedentes de la nueva normativa ambiental a la que queda sometido, me decido a hablar claramente y sin tapujos de este paraje casi virgiliano del Hueco de San Blas, que como los míticos valles de la Arcadia es un lugar digno de haber sido cantado hace dos mil años en las Bucólicas y en las Geórgicas del célebre poeta romano autor de La Eneida. Por si ello no fuera razón suficiente para justificar estas líneas, añadiré que este lugar es uno los más sagrados rincones de mi infancia y mi juventud.
El Hueco de San Blas el Viejo ‒y no Hoya u Hoyo de San Blas, como también se lo denomina erróneamente en muchas guías de senderismo y sitios web‒, es un hermoso y todavía apartado valle encajado entre las cumbres de La Najarra, la loma de los Bailanderos y Asómate de Hoyos, últimas cimas de la Cuerda Larga hacia levante, y las estribaciones más orientales de La Pedriza de Manzanares, denominadas en la nomenclatura clásica de la sierra de Guadarrama como cordal de los Pinganillos. El valle está atravesado por el arroyo Mediano, que tiene sus fuentes en las altas laderas que rodean el antiguo circo glaciar de Navalhondilla u Hoyo Cerrado y desemboca un poco más abajo en el embalse de Santillana, tras recibir las aguas de los arroyos de Matasanos y Mediano Chico. Repobladas de pinos todas sus laderas a mediados del siglo XX, el fondo del valle sigue conservando sus primitivos pastizales, que son actualmente aprovechados por ganado vacuno de raza serrana ‒hoy técnicamente denominada avileña-negra ibérica‒, aunque antaño siempre pastaron aquí numerosos rebaños de ovejas merinas que trashumaban desde Extremadura o trasterminaban desde Colmenar Viejo, Chozas de la Sierra y algunos pueblos segovianos de arraigada tradición pastoril, como Arcones y Prádena.
Testimonio de esta secular actividad ganadera es el cordel de Prado Herrero, una vía pecuaria de origen medieval que, junto al cordel de la Morcuera, servía a los pastores para subir con sus ganados a sus majadas estivales de la Cuerda Larga desde la cañada Real Segoviana. Lo mismo se puede decir de los restos de un antiquísimo asentamiento humano de carácter estacional que se conservan en el fondo del valle, y que en cierto modo perduró hasta mediados de los años setenta del siglo XX en forma de una pequeña vivienda utilizada como majada por los últimos pastores de Chozas de la Sierra. Este lugar era conocido como los Cierros del Bailarín, enigmático topónimo de una belleza acorde con la del entorno que alude a los corrales de ganado y a las tapias de piedra que cierran los prados y las antiguas tierras de labor del fondo del valle, lugares que conservan interesantes vestigios del inmemorial aprovechamiento humano de este paraje, como son los abundantes restos de escorias de fundición que avalan la primitiva denominación del pequeño poblamiento medieval: San Blas de la Ferrería o la Herrería, más tarde convertida en San Blas el Viejo que se hizo extensiva a la totalidad del valle y a los montes inmediatos. Así figura en el Libro de la Montería, escrito a mediados del siglo XIV por orden del rey Alfonso XI, al referir que "el monte de la Ferrería es buen monte de oso en verano, et a las veces en ivierno, et es en el Real. Et son las vocerías, la una desde sobre las Porquerizas fasta encima del camino de la Morcuera; et la otra desde la Nava de Don Tello fasta en par del collado de la Siella. Et es el armada en el collado del Cabrón".
Aquella antigua casa de pastores de los Cierros del Bailarín, que estaba siempre abierta, cuidada y abastecida de víveres por excursionistas respetuosos con la belleza de este agreste y luminoso valle, fue incendiada a comienzos de los años ochenta por alguno de los numerosos grupos de vándalos que entonces ‒todavía más que ahora‒ recorrían el Guadarrama. De ella hoy sólo quedan unas pobres ruinas ante las que el autor de estas líneas no puede evitar sentir una gran tristeza al recordar las muchas noches pasadas allí en sus años de juventud.
El instrumento que deberá regular los usos y aprovechamientos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama es el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), un documento que todavía no ha sido elaborado de forma coordinada por los técnicos de las consejerías de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y de la Junta de Castilla y León. Sin la garantía que proporciona esta herramienta, fundamental para la gestión del espacio protegido, es un grave error fomentar el uso masivo de la bicicleta de montaña en un lugar como el Hueco de San Blas, donde el control de las actividades recreativas es especialmente necesario por la creciente y ya excesiva presión urbana procedente de la cercana ciudad de Madrid y de la inmediata población de Soto del Real. Y no es para menos, pues el ayuntamiento de esta localidad, que renunció en los años sesenta del siglo pasado a su antiguo nombre pastoril de Chozas de la Sierra por considerarlo política y económicamente incorrecto para sus aspiraciones de crecimiento urbano, acaba de aprobar un nuevo Plan General de Ordenación Urbana que reclasifica como zona urbanizable tres millones y medio de metros cuadrados de terreno (tres veces la superficie del parque del Retiro), incluidas algunas dehesas de especial interés ganadero y paisajístico situadas en las zonas más bajas del curso del arroyo del Mediano.
Desde hace ya tiempo uno tiene la completa certeza de que los políticos responsables de la conservación de nuestros mejores espacios naturales no son conscientes del valor y la trascendencia de lo que tienen entre las manos. Por ello, con vistas a la tan urgente redacción y aprobación del PRUG del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama me permito llamar la atención del consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y de los técnicos encargados de redactar este documento sobre la falta de proporcionalidad de la que pecan en su gestión, que parece que va a ser la norma a partir de ahora para regular los usos de este nuevo espacio protegido por el que tanto ha peleado tantísima gente. Y me explico a continuación.
En la prueba ciclista multitudinaria celebrada ayer, durante la cual cientos de aficionados a este deporte inundaron los montes y los caminos que rodean el Hueco de San Blas acompañados de un ruidoso cortejo de vehículos de la Guardia Civil y la policía municipal de Soto del Real, además de algún que otro quad todo terreno destinado a servicios sanitarios, no me cabe ninguna duda de que se ha sobrepasado con creces la capacidad de acogida de bicicletas que debe establecer por unidades ambientales el PRUG del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, que seguirá vigente en esta zona hasta que se acabe de redactar y se apruebe el del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Según reza este documento, son objetivos generales del parque regional "fomentar la mejora, la recuperación y la implantación de las actividades productivas tradicionales de carácter agrícola, ganadero o forestal", y también "las actividades de interés educativo, cultural, recreativo y turístico". Uno de los retos que plantea una buena gestión es hacer compatibles ambos objetivos, pero ello no se consigue utilizando dos lecturas distintas del PRUG según la conveniencia política de turno, en este caso haciendo la vista gorda a la hora de aplicar el Plan de Uso Público ante un evento deportivo multitudinario, mientras que por el contrario sí se aplica con el necesario rigor el Plan de Ordenación Pascícola que establece la carga ganadera máxima que pueden soportar estos mismos montes. Pero no nos extrañemos de este agravio comparativo, ya que los ganaderos apenas representan unas docenas de votos en el panorama electoral madrileño, y en esta ocasión, como en tantas otras en las que sólo encuentran trabas y obstáculos burocráticos por parte de la administración regional, no parece que se tengan en cuenta los beneficios ambientales que su milenaria actividad reporta al entorno.
Nuevas políticas de conservación
El caso que traigo hoy aquí a debate constituye un perfecto ejemplo de lo que van a significar para nuestros mejores espacios naturales las nuevas políticas de conservación puestas en marcha por las administraciones del Partido Popular. Dos leyes aprobadas recientemente por la Comunidad de Madrid van a ser especialmente dañinas para las zonas del Hueco de San Blas y del resto de la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama no incluidas en el parque nacional, aunque sí forman parte de su zona periférica de protección: la Ley 5/2012, de 20 de diciembre, de Viviendas Rurales Sostenibles (denominada con sorna dentro de los círculos conservacionistas como "Ley Virus") y la Ley 6/2013, de 23 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas (o Ley de Acompañamiento de los Presupuestos), que dan vía libre a la urbanización difusa del medio natural y a toda una serie de usos, actividades y construcciones prohibidos hasta ahora en los espacios naturales protegidos de la Comunidad de Madrid.
En el ámbito estatal, la futura Ley de Parques Nacionales parece que quiere seguir las mismas pautas, permitiendo actividades hasta ahora prohibidas en estos espacios protegidos y otorgando a los titulares de terrenos situados en el interior de los mismos la potestad para desarrollar en ellos iniciativas de negocio relacionadas con el uso público y las actividades de tiempo libre. Las leyes del mercado siempre son implacables y en este caso van a tener como consecuencia que lo natural, lo rural y lo cultural dejen de ser valores prioritarios en los parques nacionales para ceder el paso a otros más relacionados con intereses mercantiles y con la cultura del ocio. A partir de ahora habrá que ir haciéndose a la idea de que nuestros mejores paisajes, conformados físicamente por siglos de aprovechamiento agrícola, ganadero o forestal y consagrados culturalmente por la mirada de pintores, escritores, científicos y poetas, se irán banalizando sin remedio al sustituirse los usos tradicionales en los que tienen su origen por nuevos aprovechamientos relacionados con actividades deportivas y de ocio mucho más rentables, como las pruebas ciclistas multitudinarias, el vuelo en parapente, los parques de aventura, las monterías encubiertas o el paintball, esa diversión que consiste en dispararse con fusiles de asalto bolas llenas de pintura en ambientaciones bélicas. Todo ello pervierte profundamente la esencia y la filosofía de la Red de Parques Nacionales, que reúne lo más sobresaliente de la Naturaleza española y que a lo largo de casi cien años ha ido adquiriendo una función social y cultural de valor incalculable ahora a punto de malograrse.
El Hueco de San Blas el Viejo sigue siendo todavía hoy el valle más apartado y tranquilo de la vertiente sur de la Cuerda Larga, mucho más que los de La Fuenfría, La Barranca y la Garganta Camorza, lugares sometidos desde hace mucho tiempo a una presión turística excesiva. Por ello, el gobierno regional debe garantizar su protección frente a la urbanización masiva de su entorno y regular escrupulosamente la práctica del ciclismo de montaña para hacerla compatible con el tradicional aprovechamiento ganadero y con la importante función que desempeña este lugar como refugio de especies amenazadas. Esto es cultura y verdadero compromiso ambiental, y lo demás, las pruebas deportivas multitudinarias y las actividades destinadas al lucro privado en los parques nacionales son algo completamente ajeno a la conservación y a mitad de camino entre el mercantilismo y la demagogia.
Quiero agradecer aquí a mi amigo Pepe Nicolás la cesión para esta bitácora de algunas fotografías de su magnífico archivo, realizadas a lo largo de muchos años en nuestras excursiones de juventud por la sierra de Guadarrama
Ahora, ante la mala gestión de que es objeto por parte de la misma administración encargada de su custodia, es decir, de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, y ante las amenazas procedentes de la nueva normativa ambiental a la que queda sometido, me decido a hablar claramente y sin tapujos de este paraje casi virgiliano del Hueco de San Blas, que como los míticos valles de la Arcadia es un lugar digno de haber sido cantado hace dos mil años en las Bucólicas y en las Geórgicas del célebre poeta romano autor de La Eneida. Por si ello no fuera razón suficiente para justificar estas líneas, añadiré que este lugar es uno los más sagrados rincones de mi infancia y mi juventud.
El Hueco de San Blas el Viejo ‒y no Hoya u Hoyo de San Blas, como también se lo denomina erróneamente en muchas guías de senderismo y sitios web‒, es un hermoso y todavía apartado valle encajado entre las cumbres de La Najarra, la loma de los Bailanderos y Asómate de Hoyos, últimas cimas de la Cuerda Larga hacia levante, y las estribaciones más orientales de La Pedriza de Manzanares, denominadas en la nomenclatura clásica de la sierra de Guadarrama como cordal de los Pinganillos. El valle está atravesado por el arroyo Mediano, que tiene sus fuentes en las altas laderas que rodean el antiguo circo glaciar de Navalhondilla u Hoyo Cerrado y desemboca un poco más abajo en el embalse de Santillana, tras recibir las aguas de los arroyos de Matasanos y Mediano Chico. Repobladas de pinos todas sus laderas a mediados del siglo XX, el fondo del valle sigue conservando sus primitivos pastizales, que son actualmente aprovechados por ganado vacuno de raza serrana ‒hoy técnicamente denominada avileña-negra ibérica‒, aunque antaño siempre pastaron aquí numerosos rebaños de ovejas merinas que trashumaban desde Extremadura o trasterminaban desde Colmenar Viejo, Chozas de la Sierra y algunos pueblos segovianos de arraigada tradición pastoril, como Arcones y Prádena.
Testimonio de esta secular actividad ganadera es el cordel de Prado Herrero, una vía pecuaria de origen medieval que, junto al cordel de la Morcuera, servía a los pastores para subir con sus ganados a sus majadas estivales de la Cuerda Larga desde la cañada Real Segoviana. Lo mismo se puede decir de los restos de un antiquísimo asentamiento humano de carácter estacional que se conservan en el fondo del valle, y que en cierto modo perduró hasta mediados de los años setenta del siglo XX en forma de una pequeña vivienda utilizada como majada por los últimos pastores de Chozas de la Sierra. Este lugar era conocido como los Cierros del Bailarín, enigmático topónimo de una belleza acorde con la del entorno que alude a los corrales de ganado y a las tapias de piedra que cierran los prados y las antiguas tierras de labor del fondo del valle, lugares que conservan interesantes vestigios del inmemorial aprovechamiento humano de este paraje, como son los abundantes restos de escorias de fundición que avalan la primitiva denominación del pequeño poblamiento medieval: San Blas de la Ferrería o la Herrería, más tarde convertida en San Blas el Viejo que se hizo extensiva a la totalidad del valle y a los montes inmediatos. Así figura en el Libro de la Montería, escrito a mediados del siglo XIV por orden del rey Alfonso XI, al referir que "el monte de la Ferrería es buen monte de oso en verano, et a las veces en ivierno, et es en el Real. Et son las vocerías, la una desde sobre las Porquerizas fasta encima del camino de la Morcuera; et la otra desde la Nava de Don Tello fasta en par del collado de la Siella. Et es el armada en el collado del Cabrón".
Aquella antigua casa de pastores de los Cierros del Bailarín, que estaba siempre abierta, cuidada y abastecida de víveres por excursionistas respetuosos con la belleza de este agreste y luminoso valle, fue incendiada a comienzos de los años ochenta por alguno de los numerosos grupos de vándalos que entonces ‒todavía más que ahora‒ recorrían el Guadarrama. De ella hoy sólo quedan unas pobres ruinas ante las que el autor de estas líneas no puede evitar sentir una gran tristeza al recordar las muchas noches pasadas allí en sus años de juventud.
El autor con un grupo de amigos frente a la casa de los Cierros del Bailarín, al amanecer del 22 de febrero de 1976 |
Las ruinas de la casa en la actualidad. El viejo nogal plantado por sus antiguos moradores sigue creciendo a su lado |
Un largo historial de despropósitos
Pero no sólo han sido los vándalos los que han ido degradando este paraje a lo largo del tiempo. El Hueco de San Blas sabe mucho de agresiones ambientales de más altos vuelos, algunas consumadas y otras no, como una iniciativa turístico-urbanística que amenazó con destruirlo completamente en los años anteriores a la guerra civil, o las repoblaciones forestales realizadas con especies inadecuadas (Cupressus arizonica), ya en los años de la posguerra.
Por su interés para el asunto que nos ocupa recordaremos la primera de ellas. A finales de la dictadura del general Primo de Rivera, que tanto impulsó la construcción de ferrocarriles y carreteras en todo el país, se presentó ante el ministerio de Fomento un proyecto del ingeniero de Caminos Miguel Alcalá, un influyente exdiputado a Cortes metido a promotor inmobiliario. Aquel plan, relacionado con el primer y fallido intento de crear un parque nacional en la sierra de Guadarrama y enmarcado también en la serie de grandes infraestructuras viarias que se idearon en aquella época para promover el turismo en estas montañas tan cercanas a Madrid, estaba fomentado y amparado legalmente por el artículo segundo de la Ley de Parques Nacionales de 1916, y fue anunciado a toda página y descrito pormenorizadamente en el diario El Sol el 22 de enero de 1929. Gracias a ello podemos conocer con detalle cómo se pensaba construir en el fondo de este valle una ciudad residencial denominada Madrid-Sierra, desde la que un ferrocarril de cremallera ascendería por el cordal de los Pinganillos y el Alto de Matasanos hasta la cumbre de Asómate de Hoyos, en lo alto de la Cuerda Larga, donde se construiría otro núcleo residencial formado por albergues para excursionistas bautizado como Navacumbre.
No cuesta mucho imaginar lo que hubiera sido de este paraje si aquel descabellado proyecto no se hubiera frustrado por la crisis mundial de 1929 y el posterior estallido de la guerra civil. Han pasado nada menos que ochenta y cinco años desde entonces y la realidad socio-económica actual es muy diferente, pero quizá este ejemplo tan representativo podría servir de aviso para navegantes, especialmente a los valedores de la nueva Ley de Parques Nacionales que será aprobada próximamente, sobre los riesgos que conlleva caer en la tentación de priorizar el turismo y los usos recreativos a costa de la conservación en nuestros mejores espacios naturales.
La belleza del Hueco de San Blas ya fue apreciada a finales del siglo XIX por el pintor catalán Jaime Morera. "Valle de Chozas". Carbón sobre papel (1891). Museu d'Art Jaume Morera (Lérida) |
En 1985 el Hueco de San Blas quedó protegido como Reserva Natural Integral (Zona A1) dentro del recién creado Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, por su "interés relevante de carácter natural y científico y por sus manifestaciones vegetales, faunísticas, geomorfológicas, hidromorfológicas y paisajísticas", según la Ley 1/1985, de 20 de enero, por la que fue declarado. Siete años después esta protección fue refrendada internacionalmente al quedar incluido en la Reserva de la Biosfera de la Cuenca Alta del Río Manzanares, declarada por la UNESCO en noviembre de 1992. Sin embargo, este máximo nivel de protección del que gozaba no libró a este hermoso paraje de una reciente e incalificable agresión procedente de los mismos gestores encargados de su protección.
A principios de 2010 la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid abrió con potentes máquinas excavadoras una pista para vehículos todo terreno en la vertiente sur de La Najarra, con el fin de poder retirar con facilidad las cabras monteses de unas jaulas trampa con las que eran y siguen siendo capturadas para ser liberadas después en la sierra del Rincón. La pista, dividida en tres ramales (uno para cada trampa), con varios kilómetros de longitud y la anchura suficiente para el paso de un vehículo en un solo sentido, causó irreparables destrozos en una zona hasta entonces muy poco accesible y frecuentada por una pareja de águila real, especie que desde siempre ha anidado en los imponentes riscos que dominan la zona. Esta ladera, antes prácticamente salvaje y muy querenciosa para otras especies de aves y mamíferos que buscan parajes apartados y solitarios para reproducirse, como muy bien pudiera ser en breve el lobo ibérico, que está recolonizando la sierra de Guadarrama desde hace algunos años, ahora queda al alcance de muchos ciclistas desaprensivos que ignoran olímpicamente las señales de prohibición de circular por esta estrecha y empinada pista de uso cinegético.
La ladera de la vertiente sur de La Najarra antes de los destrozos causados por la apertura de pistas cinegéticas para facilitar la captura de cabras monteses |
Como se puede comprobar en las fotografías que siguen un poco más abajo, las máquinas partieron en dos algunos canchales y gleras de gran interés geomorfológico, desfiguraron completamente la topografía de la falda de la montaña y además hicieron desaparecer un tramo del cordel medieval de ganados que asciende a la antigua majada de Navalhondilla, situada en el circo de origen glaciar de Hoyo Cerrado. El gran impacto paisajístico causado en esta abrupta ladera es muy visible incluso desde grandes distancias.
Y es que la ignorancia, cuando va unida a la capacidad de tomar decisiones desde un despacho oficial, puede ser aún más dañina para el paisaje y para el delicado equilibrio de los ecosistemas que los incendios forestales o los vertidos contaminantes. En esta ocasión seré compasivo y no facilitaré el nombre del que fue responsable directo de este incalificable estropicio, que ya denuncié en su día en distintos foros y cuyos efectos deberían ser corregidos en un futuro con un adecuado proyecto de restauración topográfica y paisajística del entorno. Y es aquí, en lo que hoy es pleno Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, donde está más justificada esta actuación, cuya demanda quiero hacer pública en estas líneas, aunque se me tache de ingenuo.
Los responsables de este incalificable despropósito quisieron ocultar sin éxito la cadena inservible de una de las máquinas excavadoras, enterrándola bajo el talud de la pista cinegética |
Presión recreativa y urbanismo salvaje
Y este no es el único ejemplo de mala gestión que podríamos traer aquí, pues mucho de lo que ha hecho la Comunidad de Madrid a lo largo de los últimos años en relación con la conservación de la sierra de Guadarrama ha sido un puro despropósito. Baste decir que la falta de rigor con que se ha ido tramitando el proceso de declaración del parque nacional durante este tiempo casi tuvo como consecuencia ‒si una sentencia dictada en 2012 por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid no lo hubiera impedido‒ la completa y definitiva desprotección del Hueco de San Blas y otras zonas del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Estas zonas, denominadas A1 y A2 en la zonificación del parque regional, fueron incluidas en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Sierra de Guadarrama (PORN) dentro de una nueva categoría de protección denominada Zona de Aprovechamiento Ordenado de los Recursos Naturales (ZAORN), bajo la cual se daba vía libre a la construcción de viviendas y a otras actuaciones igualmente agresivas en el interior del valle. Tras la aprobación del PORN por Decreto 96/2009, de 18 de noviembre, la desprotección ya efectiva de esta zona permitió a los responsables de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid iniciar inmediatamente, a comienzos de 2010, las obras de apertura de las pistas de uso cinegético a las que me acabo de referir. Es evidente que no dan puntada sin hilo...
Y suma y sigue. Ahora, ya declarado el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama e incluido en el mismo gran parte del valle, la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid ha levantado la veda a su uso recreativo multitudinario patrocinando la I Ruta MTB Parque Nacional Sierra de Guadarrama, que según sus organizadores, entre los que se encuentran las empresas privadas Last Lap, dedicada a la organización de eventos, y Karacol Sport, especializada en la venta de bicicletas de montaña, servirá para ordenar el deporte sostenible en el parque nacional y concienciar a los ciclistas de la necesidad de respetar los espacios naturales [sic].
Durante este evento deportivo celebrado ayer, cerca de un millar de bicicletas de montaña han inundado los caminos del Hueco de San Blas en plena época de nidificación de aves rapaces amenazadas y en mitad del período de celo de muchas especies de mamíferos, alguna de ellas, como el lobo ibérico, potencial recolonizadora de este entorno. Y un dato pintoresco pero muy ilustrativo del sesgo que va tomando la política ambiental de la Comunidad de Madrid: al igual que en un parque temático, se han cobrado veinte euros por cada entrada para poder participar en este abigarrado festival ciclista que ha inaugurado por todo lo alto el modelo neoliberal de gestión del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
Salida de la "Primera Ruta Ciclista MTB Parque Nacional Sierra de Guadarrama", una prueba deportiva con vocación de continuidad |
Algunas modalidades del ciclismo de montaña, en especial las que se practican de forma ilegal circulando campo a través y por apartados senderos, están ya afectando muy negativamente al entorno del Hueco de San Blas. En el argot que emplean los aficionados a este deporte son denominadas con significativos nombres procedentes del inglés que encuentro en Wikipedia, tales como Enduro (de endurance o resistencia), Trail (sendero) y All Mountain (toda montaña); a ellas habría que añadir el ciclismo "extremo", practicado de forma marginal pero muy visible en algunos lugares y que es hoy el heredero directo de aquel motocross cerril de los años setenta del siglo pasado que todavía no ha sido completamente erradicado en algunas zonas de la sierra.
No ignoro que son mayoría los usuarios de la bicicleta de montaña que disfrutan de su afición de forma civilizada y respetuosa, pero ello no puede ocultar la realidad de que la práctica incontrolada de este deporte de masas supone hoy una de las principales amenazas para la conservación de un espacio natural tan frágil como es la sierra de Guadarrama en su conjunto.
El instrumento que deberá regular los usos y aprovechamientos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama es el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), un documento que todavía no ha sido elaborado de forma coordinada por los técnicos de las consejerías de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y de la Junta de Castilla y León. Sin la garantía que proporciona esta herramienta, fundamental para la gestión del espacio protegido, es un grave error fomentar el uso masivo de la bicicleta de montaña en un lugar como el Hueco de San Blas, donde el control de las actividades recreativas es especialmente necesario por la creciente y ya excesiva presión urbana procedente de la cercana ciudad de Madrid y de la inmediata población de Soto del Real. Y no es para menos, pues el ayuntamiento de esta localidad, que renunció en los años sesenta del siglo pasado a su antiguo nombre pastoril de Chozas de la Sierra por considerarlo política y económicamente incorrecto para sus aspiraciones de crecimiento urbano, acaba de aprobar un nuevo Plan General de Ordenación Urbana que reclasifica como zona urbanizable tres millones y medio de metros cuadrados de terreno (tres veces la superficie del parque del Retiro), incluidas algunas dehesas de especial interés ganadero y paisajístico situadas en las zonas más bajas del curso del arroyo del Mediano.
Desde hace ya tiempo uno tiene la completa certeza de que los políticos responsables de la conservación de nuestros mejores espacios naturales no son conscientes del valor y la trascendencia de lo que tienen entre las manos. Por ello, con vistas a la tan urgente redacción y aprobación del PRUG del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama me permito llamar la atención del consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y de los técnicos encargados de redactar este documento sobre la falta de proporcionalidad de la que pecan en su gestión, que parece que va a ser la norma a partir de ahora para regular los usos de este nuevo espacio protegido por el que tanto ha peleado tantísima gente. Y me explico a continuación.
En la prueba ciclista multitudinaria celebrada ayer, durante la cual cientos de aficionados a este deporte inundaron los montes y los caminos que rodean el Hueco de San Blas acompañados de un ruidoso cortejo de vehículos de la Guardia Civil y la policía municipal de Soto del Real, además de algún que otro quad todo terreno destinado a servicios sanitarios, no me cabe ninguna duda de que se ha sobrepasado con creces la capacidad de acogida de bicicletas que debe establecer por unidades ambientales el PRUG del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, que seguirá vigente en esta zona hasta que se acabe de redactar y se apruebe el del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Según reza este documento, son objetivos generales del parque regional "fomentar la mejora, la recuperación y la implantación de las actividades productivas tradicionales de carácter agrícola, ganadero o forestal", y también "las actividades de interés educativo, cultural, recreativo y turístico". Uno de los retos que plantea una buena gestión es hacer compatibles ambos objetivos, pero ello no se consigue utilizando dos lecturas distintas del PRUG según la conveniencia política de turno, en este caso haciendo la vista gorda a la hora de aplicar el Plan de Uso Público ante un evento deportivo multitudinario, mientras que por el contrario sí se aplica con el necesario rigor el Plan de Ordenación Pascícola que establece la carga ganadera máxima que pueden soportar estos mismos montes. Pero no nos extrañemos de este agravio comparativo, ya que los ganaderos apenas representan unas docenas de votos en el panorama electoral madrileño, y en esta ocasión, como en tantas otras en las que sólo encuentran trabas y obstáculos burocráticos por parte de la administración regional, no parece que se tengan en cuenta los beneficios ambientales que su milenaria actividad reporta al entorno.
Los pastizales del fondo del valle determinan la inequívoca vocación ganadera del Hueco de San Blas el Viejo |
Nuevas políticas de conservación
El caso que traigo hoy aquí a debate constituye un perfecto ejemplo de lo que van a significar para nuestros mejores espacios naturales las nuevas políticas de conservación puestas en marcha por las administraciones del Partido Popular. Dos leyes aprobadas recientemente por la Comunidad de Madrid van a ser especialmente dañinas para las zonas del Hueco de San Blas y del resto de la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama no incluidas en el parque nacional, aunque sí forman parte de su zona periférica de protección: la Ley 5/2012, de 20 de diciembre, de Viviendas Rurales Sostenibles (denominada con sorna dentro de los círculos conservacionistas como "Ley Virus") y la Ley 6/2013, de 23 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas (o Ley de Acompañamiento de los Presupuestos), que dan vía libre a la urbanización difusa del medio natural y a toda una serie de usos, actividades y construcciones prohibidos hasta ahora en los espacios naturales protegidos de la Comunidad de Madrid.
En el ámbito estatal, la futura Ley de Parques Nacionales parece que quiere seguir las mismas pautas, permitiendo actividades hasta ahora prohibidas en estos espacios protegidos y otorgando a los titulares de terrenos situados en el interior de los mismos la potestad para desarrollar en ellos iniciativas de negocio relacionadas con el uso público y las actividades de tiempo libre. Las leyes del mercado siempre son implacables y en este caso van a tener como consecuencia que lo natural, lo rural y lo cultural dejen de ser valores prioritarios en los parques nacionales para ceder el paso a otros más relacionados con intereses mercantiles y con la cultura del ocio. A partir de ahora habrá que ir haciéndose a la idea de que nuestros mejores paisajes, conformados físicamente por siglos de aprovechamiento agrícola, ganadero o forestal y consagrados culturalmente por la mirada de pintores, escritores, científicos y poetas, se irán banalizando sin remedio al sustituirse los usos tradicionales en los que tienen su origen por nuevos aprovechamientos relacionados con actividades deportivas y de ocio mucho más rentables, como las pruebas ciclistas multitudinarias, el vuelo en parapente, los parques de aventura, las monterías encubiertas o el paintball, esa diversión que consiste en dispararse con fusiles de asalto bolas llenas de pintura en ambientaciones bélicas. Todo ello pervierte profundamente la esencia y la filosofía de la Red de Parques Nacionales, que reúne lo más sobresaliente de la Naturaleza española y que a lo largo de casi cien años ha ido adquiriendo una función social y cultural de valor incalculable ahora a punto de malograrse.
El Hueco de San Blas el Viejo sigue siendo todavía hoy el valle más apartado y tranquilo de la vertiente sur de la Cuerda Larga, mucho más que los de La Fuenfría, La Barranca y la Garganta Camorza, lugares sometidos desde hace mucho tiempo a una presión turística excesiva. Por ello, el gobierno regional debe garantizar su protección frente a la urbanización masiva de su entorno y regular escrupulosamente la práctica del ciclismo de montaña para hacerla compatible con el tradicional aprovechamiento ganadero y con la importante función que desempeña este lugar como refugio de especies amenazadas. Esto es cultura y verdadero compromiso ambiental, y lo demás, las pruebas deportivas multitudinarias y las actividades destinadas al lucro privado en los parques nacionales son algo completamente ajeno a la conservación y a mitad de camino entre el mercantilismo y la demagogia.
Quiero agradecer aquí a mi amigo Pepe Nicolás la cesión para esta bitácora de algunas fotografías de su magnífico archivo, realizadas a lo largo de muchos años en nuestras excursiones de juventud por la sierra de Guadarrama
18 comentarios:
Julio, un artículo interesantísimo escrito desde el sentimiento. Lo comparto punto por punto, hermano. Un abrazo.
Me temo que la figura del P.N. en lugar de proteger la Sierra, lo que hará es sacar "rendimiento" de lo natural. Artículos como este son necesarios, ahora más que nunca. El Hueco de San Blas con su Hoyo Cerrado, junto a sus otros dos circos glaciares "hermanos", son la esencia pura de lo que fue Guadarrama. La soledad que siempre existió en los tres Hoyos Cerrados se ve en peligro, gracias que los otros dos no tienen tan fácil acceso. El circo del Arroyo del Mediano es un lugar "mágico", entrañable, se entre por arriba o por abajo.
Un saludo preocupado
Rafa R
Carlos, hermano, tanta guerra que hemos dado para conseguir el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y ahora vamos a tener que renegar de él. Era una posibilidad con la que ya contábamos, pero me llevan los demonios al ver a sus antiguos detractores y ahora entusiastas defensores sacando provecho político de él tras su creación...
Un abrazo y nos vemos pronto por La Granja
Rafa, corren muy malos tiempos para la conservación de la Naturaleza. En este puñetero país vamos marcha atrás en todos los aspectos, pero en cuestiones ambientales, como en otras no menos importantes, nos hemos dejado arrebatar en poco tiempo casi todo lo que habíamos ganado en los últimos treinta y cinco años.
Un saludo cordial
Saludos Julio vivo en la zona de la Fuenfria y como bien dices una zona con mucha presión, tenia esperanza que al hacerlo parque Natural las cosas puedan cambiar pero no tengo muchas esperanzas mas lo veo como parque de atracciones, espero que por lo menos respeten lo que todavía no han tocado.Saludos
No hay que extrañarse, Fran. El parque nacional recién declarado da votos, pero a costa de restar en conservación. Son miles y miles de personas las que inundan la sierra cada fin de semana, y miles de votos en juego.
Al menos, en la zona de las Dehesas, el Ayuntamiento de Cercedilla está impidiendo el aparcamiento con barreras disuasorias colocadas a los largo de los márgenes de la carretera, una medida muy polémica pero imprescindible, a mi juicio. Espero que soluciones de este tipo se extiendan a otros lugares, pues la capacidad de acogida de las zonas más turísticas tiene un límite
Estimado Julio, comparto punto por punto todo lo que dices en este artículo o entrada de tu bitácora. Yo también estoy muy preocupado por las acciones que las administraciones vienen realizando en los espacios naturales, no ya solo de nuestra querida Sierra, sino de cualquier punto del territorio peninsular. Por desgracia, mis sospechas y temores con respecto al nuevo Parque Nacional se van cumpliendo y me voy convenciendo de que tal vez hubiera sido mejor haber dejado las cosas como estaban. En cualquier caso, artículos como este son de agradecer ya que pueden alertar a la población sobre los desmanes que se cometen, aun a riesgo de dar publicidad a un lugar tranquilo y bien conservado. En fin, es la eterna espada de Damocles que pende sobre nuestros espacios naturales.
Un cordial saludo.
Raúl Moreno Fernández. Humilde geógrafo, naturalista e historiador (y por desgracia profesor no ejerciente).
Amigo Raúl, Yo tengo dudas parecidas y me hago las mismas preguntas que tú, sobre todo la de si hubiera sido mejor dejar las cosas como estaban. Tras la aprobación de la nueva Ley de Parques Nacionales, si propusieran declarar como parque nacional cualquier otra montaña apartada, ahora mismo me opondría rotundamente, pero con unas montañas tan peligrosamente cercanas a Madrid no sé si la situación anterior sería incluso peor, sobre todo para algunas zonas. No es tanto un problema de la figura de protección como de las políticas neoliberales de "conservación" que se están aplicando tanto aquí como en otros muchos espacios naturales...
Magnífica reflexión.
Lo más irritante es que lo justifiquen como una forma de promocionar un ciclismo responsable con el medio ambiente, etc. Es como si la administración organizase un macrobotellón para enseñar a los chavales el consumo responsable de alcohol...
Un saludo
Bueno, la comparación entre el ciclismo de montaña y el "botellón" no es acertada, y quizá alguien pueda sentirse ofendido por ello, pero el ejemplo que pones es muy ilustrativo de lo absurdo de los argumentos que utilizan los organizadores de la prueba...
Hola Julio. No es obligatorio ni frecuente que los administradores posean el conocimiento necesario para administrar. Así que es casi imposible que de la casualidad se deriven actuaciones adecuadas. En el mejor de los casos, con que sean inocuas ya podemos darnos por satisfechos. En fin..., un magnífico artículo sobre este maravilloso paraje, que muy a menudo recorro en busca de incontables tesoros entomológicos que fotografiar.
Un saludo cordial. Ángel Sánchez Crespo. Guadarramistas.com
Y yo aprovecho para darte la enhorabuena por tu magnífico trabajo en tan espléndida web como es guadarramistas.com
Un abrazo
Gracias Julio por compartir tus reflexiones y tu indignación. Ayudarán a abrir los ojos sobre la "estupenda" gestión de los espacios naturales que se está llevando a cabo desde algunas de las instancias responsables de su conservación. Por mi parte, pondré mi granito de arena en que se conozca.
Un abrazo desde Chozas de la Sierra,
Marian Lorenzo
Gracias a ti, Marian. Tu trabajo de tantos años en defensa del medio ambiente en general, y de la sierra de Guadarrama en particular ha sido y sigue siendo importantísimo, en especial tu labor al frente de la Asociación Cultural Chozas de la Sierra.
Un abrazo también para ti.
Un artículo tan interesante que me duele no haberlo leído hasta el día de hoy. Desde que llegué a vivir a Miraflores de la Sierra siempre me llamó la atención este apartado lugar, y digo apartado por su soledad, no por su lejanía núcleos tan importantes como el citado Miraflores o Soto.
Un Valle que he tenido la suerte de recorrer a píe, en bicicleta por su pista forestal y en el cual he pasado muchas horas sentado simplemente observándolo y empapándome de él.
@meteomiraflores
Revisando esta entrada publicada hace casi seis años, aprovecho para añadir aquí el dato informativo de que la "Primera Ruta Ciclista MTB Parque Nacional Sierra de Guadarrama", inaugurada por todo lo alto en 2013 por el consejero Borja Sarasola y la alcaldesa Encarnación Rivero, se quedó en "primera", porque no volvió a celebrarse...
Muy interesante documento. Por diversas cuestiones, hacia mucho que no iba por la zona, donde pasé buena parte de mi juventud. La Najarra y el Hueco de San Blas han sido parte importante en mi vida. Subí a la Najarra por primera vez hace ya 51 años desde Soto del Real, donde mis padres tenian una casita y desde entonces tengo registradas mas de 130 ascensiones, de dia, de noche,con niebla, con sol, con nieve, ¡en todas las situaciones!. Abrí con mi hermano alguna pequeña via de escalada en la zona del refugito de la Najarra, arriba, ya de camino para hacer Cuerda Larga. recorrí todo atisbo de senda perdioda en sus bosques, descubriendo rincones maravillosos. Ahora paseo con mi mujer por la pista y salgo algo con la bici, respetuoso con los senderistas y con la naturaleza preciosa del lugar. ¡quién sabe si no habremois coincidido alguna vez por aquellos parajes. Un saludo
Cuanto me alegro de que no volviese a haber ruta ciclista MTB
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