martes, 25 de febrero de 2014

EL VENTORRILLO

Después de tres meses de silencio forzoso retomo con verdadero placer la escritura de esta bitácora para ocuparme de uno de los lugares más olvidados de la sierra de Guadarrama, antaño muy frecuentado y citado profusamente en las crónicas deportivas y científicas a comienzos del siglo XX, pero hoy abandonado a su suerte por las administraciones y desconocido para la mayor parte de los aficionados a estas montañas. 
          Me refiero al Ventorrillo, un paraje situado junto a la carretera M-601, a mitad de subida al puerto de Navacerrada, lugar que tuvo una importancia decisiva en el fenómeno que se ha dado en llamar «descubrimiento del Guadarrama». Hace ya más de un siglo allí se concentraban los cientos de madrileños que subían a la sierra en invierno para patinar, como así se decía entonces, todavía un inocente juego que consistía en deslizarse por la nieve sobre unas tablas de madera y que fue importado directamente desde Suiza y Escandinavia a la sierra de Guadarrama por Manuel González de Amezúa y el noruego Birger Sörensen. En estos cien años, el esquí ha pasado de ser una simple diversión para las clases más pudientes a un verdadero deporte de masas practicado en todas las montañas del mundo. Es por ello que la importancia del Ventorrillo trasciende más allá de la simple historia del Guadarrama, ya que fue en este lugar donde nació en España la afición a este deporte, al convertirse en su primer campo de prácticas muchos años antes de que se construyera la la primera de las enormes y agresivas estaciones de esquí que hoy proliferan en nuestras montañas. No voy a hablar en esta ocasión del enorme coste ambiental que el deporte del esquí ha tenido en esta zona de la sierra de Guadarrama, pues es un asunto del que traté extensamente en un ensayo titulado El puerto de Navacerrada: pasado, presente y futuro de un «no lugar», publicado hace ya algunos años en la web de Castellarnau, Sociedad de Amigos de Valsaín, La Granja y su entorno, pero sí quiero referirme al olvido al que ha sido condenado este pequeño paraje tan cargado de historia, que es consecuencia del abandono y la decadencia que sufren el puerto de Navacerrada y su entorno inmediato desde hace décadas. 
          Los orígenes y la historia del Ventorrillo están indisolublemente unidos a la carretera de Villalba a La Granja, construida a finales del siglo XVIII según proyecto de Juan de Villanueva y por expreso deseo de Carlos III. Fue este célebre arquitecto, al que se deben todas las obras de infraestructura de este camino real, como el puente de la Cantina que cruza el río Eresma en la vertiente segoviana, quien emplazó en este lugar una casa de peones camineros y una venta o parador para arrieros y carreteros en donde cambiar los tiros de mulas y encuartar las carretas de bueyes antes de emprender las duras pendientes del puerto.

Uno de los primitivos edificios del Ventorrillo, abandonado y casi en ruinas en 1905. La colonia del Club Alpino Español no estaba todavía construida en la explanada situada enfrente y la carretera del puerto de Navacerrada, que aparece en segundo plano, era de macadám, es decir de tierra apisonada (Archivo de Alfonso Ceballos-Escalera)