miércoles, 1 de febrero de 2023

SOBRE EL INJUSTIFICABLE BLOQUEO DEL CATÁLOGO PATRIMONIAL DE BIENES Y ESPACIOS PROTEGIDOS DE MIRAFLORES DE LA SIERRA

A comienzos de 2018, siendo concejal de Medio Ambiente y Urbanismo del Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra, di inicio a los trabajos de actualización del Catálogo Patrimonial de Bienes y Espacios Protegidos de este municipio, en cumplimiento de uno de los objetivos que me marqué al aceptar la petición que se me hizo desde el Grupo Socialista para formar parte del gobierno municipal en la legislatura 2015-2019. Tras la celebración de un acto participativo para debatir sobre la iniciativa con vecinos e interesados, y finalizados in extremis los largos y meticulosos trabajos de catalogación, el 1 de febrero de 2019, hoy hace exactamente cuatro años, llevé a Pleno municipal la moción para la modificación puntual de las Normas Subsidiarias de Planeamiento Urbanístico con la inclusión del nuevo catálogo, que fue aprobada con los votos a favor de todos los grupos políticos que entonces formaban la corporación municipal, excepto la abstención de Cambiar Miraflores, marca blanca de Izquierda Unida. No hubo tiempo para mucho más, ya que pocos meses después, en junio de 2019, llegó al Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra el actual equipo de gobierno del Partido Popular presidido por el alcalde Luis Guadalix, cuya concejalía de Urbanismo no ha hecho nada a lo largo de la actual legislatura por completar la tramitación final del nuevo catálogo. Como actualmente se encuentra perdido en este limbo, sin posibilidad alguna de ser consultado, coloco al final de estas líneas un enlace a través del cual se puede acceder al documento completo aprobado hace cuatro años, que consta de 302 fichas de elementos catalogados con el código INPHIS del Sistema de Información del Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. 

Cartel del acto participativo para la actualización del Catálogo
del Patrimonio de Miraflores de la Sierra, celebrado en 2018
 
          Las obligaciones y responsabilidades que tienen las administraciones locales en la conservación del patrimonio están claramente determinadas por las leyes. A pesar de ello, la turbia historia del urbanismo en España durante las últimas décadas señala a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas como principales responsables de las cuantiosas e irreparables pérdidas de nuestro patrimonio arquitectónico y monumental sufridas a lo largo de todo este tiempo, por su dejación de funciones en el cumplimiento de estas obligaciones legales, bien sea por simple desidia o por ceder directamente a presiones de todo tipo ejercidas por conveniencias políticas o intereses privados. Aunque sólo sea como aviso para navegantes que surcan las agitadas y siempre peligrosas aguas del urbanismo municipal, es importante recordar aquí las normativas que desde los distintos ámbitos administrativos obligan a los ayuntamientos a conservar y proteger los bienes patrimoniales existentes en sus municipios. En primer lugar la Constitución Española, cuyo Artículo 46 determina de forma general que «Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España así como de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad». En el ámbito de la legislación estatal, la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español determina en su Artículo 7 que «los Ayuntamientos cooperarán con los organismos competentes en la ejecución de esta Ley para la conservación y custodia del Patrimonio Histórico Español comprendido en su término municipal, adoptando las medidas oportunas para evitar su deterioro, pérdida o destrucción». Y ya en el ámbito regional, la Ley 3/2013 de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid establece en su Artículo 16 que «los Ayuntamientos están obligados a recoger en sus catálogos de bienes y espacios protegidos tanto los bienes incluidos en el Catálogo Geográfico de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, como los bienes que, reuniendo los requisitos del Artículo 2.1, puedan tener relevancia para el municipio». Este artículo es el que está incumpliendo desde hace diez años el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra, aunque la actual normativa va a ser pronto sustituida «actualizada», según el Gobierno regional madrileño por otra cuyo proyecto de ley ha sido aprobado por el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid el pasado 19 de octubre de 2022. Y no sólo incumple esta normativa, sino también la Ley 9/2001 del Suelo de la Comunidad de Madrid, que en su Artículo 60.C determina que «la aprobación provisional de los Catálogos corresponderá al Pleno del Ayuntamiento, debiendo remitirse el expediente completo a la Consejería competente en materia de ordenación urbanística para su aprobación definitiva»
                     
El catálogo recortado y obsoleto de 1997
Por una simple cuestión de pundonor profesional ante el bloqueo de la actualización del Catálogo del que estamos hablando, quiero volver a insistir aquí sobre lo dicho un poco más arriba: que garantizar la conservación del patrimonio histórico y arquitectónico de Miraflores de la Sierra fue una de las principales y más secretas apuestas personales por las que decidí aceptar la petición de formar parte, como concejal independiente, de la candidatura del PSOE en las elecciones municipales de 2015, poniendo como condición que se me dieran las competencias de Urbanismo además de las de Medio Ambiente que me habían ofrecido inicialmente. Esta petición estaba justificada, pues siempre he pensado que en las administraciones locales ambas competencias deben estar en las mismas manos para poder subordinar la primera a la segunda. Y digo que esta apuesta personal al principio fue «secreta» porque proteger bienes inmuebles con valor patrimonial es una medida que choca contra intereses políticos y económicos de todo tipo y suele ser especialmente problemática e impopular en municipios pequeños donde todos los vecinos se conocen. En todo caso, para mí obedecía a una razón de mucho peso: los numerosos edificios destacados o humildes de valor histórico o arquitectónico que he visto caer bajo la piqueta a lo largo de cincuenta años en una localidad privilegiada por su belleza, en la que me he criado y donde tengo un hondo arraigo familiar desde hace generaciones, pero que a pesar de estas pérdidas todavía mantiene en un aceptable grado de conservación parte de su casco histórico y sus antiguas colonias de veraneo, además de otros valores patrimoniales mucho menos conocidos. 
          Como un solo ejemplo de lo que hemos visto desaparecer a lo largo de estas últimas cinco décadas quiero recordar aquí la Fábrica de Pasamanería de los Hijos de Ángel Rodríguez, una notable muestra de arquitectura industrial de finales del siglo XIX cuyo interés patrimonial era patente a pesar de tener arruinada una parte de sus cubiertas, de lo que se da fe en el exhaustivo estudio sobre el patrimonio arquitectónico regional publicado entre 1991 y 1993 por la Dirección General de Arquitectura de la Comunidad de Madrid con el título Arquitectura y desarrollo urbano. Comunidad de Madrid (Zona Norte, III, páginas 470-471). Ello no evitó su demolición a mediados de la década de los 90, aunque irónica e inexplicablemente aparecía todavía mencionada en 2008 como un elemento patrimonial merecedor de protección legal en el Catálogo Regional de Patrimonio Arquitectónico de la Comunidad de Madrid (Tomo I, página 133). A falta de fotografías del edificio y de su derribo, que lamentablemente no hice en su día, tengo grabada en la memoria la penosa imagen de la vieja máquina de vapor de fabricación inglesa que movía sus telares antes de la llegada de la energía eléctrica, oxidándose bajo la lluvia en un rincón del enorme y apetitoso solar que quedó tras la demolición, donde hoy se levantan el Teatro Municipal Villa de Miraflores y el gran edificio de pisos y apartamentos que lleva el nombre de «Pasamanería» como único recuerdo de la antigua fábrica. Quién sabe dónde iría a parar...

La desaparecida fábrica de Pasamanería de Ángel Rodríguez, según el grabado impreso
en el membrete de sus facturas a comienzos del siglo XX. Allí trabajaban cerca de
un centenar de mujeres (mirafloresdelasierrablog.blogspot.com)

          Volviendo a la cuestión que nos ocupa, para el cumplimiento de la Ley 3/2013 de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra recibió el 9 de agosto de 2013 un requerimiento de la Dirección General de Patrimonio para que llevara a cabo la actualización de su catálogo en el plazo de un año, requerimiento que estaba incumplido cuando entré a formar parte del equipo de gobierno en junio de 2015. Por ello, el 17 de marzo de 2016 asistí en compañía del arquitecto municipal, Juan Ignacio Burgos, a la II Jornada La administración local en la protección del Patrimonio Histórico: la gestión de los catálogos, organizada por la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid con la finalidad de orientar a los alcaldes, concejales, técnicos municipales y profesionales de la gestión patrimonial sobre los procedimientos a seguir para actualizar los catálogos municipales de bienes y espacios protegidos, en la que se insistió sobre la importancia que tienen como instrumento urbanístico para identificar los bienes que forman parte del patrimonio histórico de la región, cada uno con el nivel de protección correspondiente a su valor. En nuestro caso era urgente hacerlo, pues Miraflores de la Sierra no cuenta con un Plan General de Ordenación Urbana, y el Catálogo de Bienes Protegidos vigente todavía hoy, incluido como documento anexo en las Normas Subsidiarias Municipales de 1997, se ha ido reduciendo a lo largo de los años por causas que a nadie se le escapan. Así, el listado de 124 elementos protegidos que figuraba inicialmente en las Normas Subsidiarias de 1997 se redujo a 110 tras una modificación llevada a cabo en 2002, en la que se comprueba que faltan 14 edificios que fueron descatalogados para su derribo. Esta modificación del catálogo aprobada en pleno municipal el 27 de junio de 2002, siendo alcalde Francisco Esteban, del PSOE, lleva el subtítulo eufemístico de «corrección de errores», como si el error fuera proteger, y no lo contrario, y supuso la pérdida de más de un 10% del Catálogo en apenas cinco años. Pero estas pérdidas no fueron las únicas, pues otros edificios de valor patrimonial habían sido demolidos anteriormente tras ser despojados de su categoría de máxima protección, sin contar los muchos que fueron derribados, sin más, desde los años sesenta del siglo pasado, cuando la regulación y la disciplina urbanísticas eran prácticamente inexistentes. 

Casa de 1767 con corralón anexo en la calle de la Cruz
Verde, que figuraba en esta ficha del catálogo con el grado de
"protección integral" y que fue descatalogada para su derribo

          Al revisar el Catálogo «corregido» de 1997 pudimos comprobar sus numerosas carencias, y no sólo por la falta de los edificios que fueron descatalogados, sino también la de otros muchos elementos importantes del rico patrimonio arquitectónico, paisajístico y cultural de Miraflores de la Sierra que nunca fueron incluidos en el mismo, faltas que nos pareció necesario subsanar con urgencia para evitar nuevas e irreparables pérdidas.
           
Un catálogo actualizado para el siglo XXI arrumbado en un cajón
Por todo ello, venciendo reticencias, desde la Concejalía de Medio Ambiente y Urbanismo iniciamos a comienzos de 2018 los trabajos para completar el listado muy básico e incompleto del catálogo de 1997, que dejaba fuera y sigue dejando, al estar su actualización arrumbada en un cajón algunos de los más importantes elementos patrimoniales del municipio, sobre todo arquitectónicos, pero también culturales, históricos y otros de carácter más intangible, como son los de interés paisajístico. Tras someterlos a concurso público para su adjudicación, los trabajos de elaboración del nuevo catálogo fueron llevados a cabo por una consultora especializada en la conservación del patrimonio regional, que cuenta con más de treinta años de experiencia y un equipo multidisciplinar de arquitectos, urbanistas, arqueólogos e historiadores. Con ellos, con personal de los servicios técnicos del Ayuntamiento, con algunos vecinos y a veces en solitario, recorrí todo el casco urbano y una gran parte del término municipal para identificar, georreferenciar y fotografiar todos y cada uno de los elementos patrimoniales recogidos finalmente en las 302 fichas que lo integran, cifra que casi triplicó la del catálogo de 1997 recortado en 2002.

Página de una de las fichas de la actualización del Catálogo del
Patrimonio Histórico de Miraflores de la Sierra aprobada en 2019

          En la actualización del catálogo se subsanaron clamorosas faltas referentes a edificios de interés patrimonial situados tanto en el casco histórico como en las antiguas colonias de veraneo de las carreteras de Rascafría y Canencia y del Cerro de los Santos incluidas sólo parcialmente en el Catálogo Regional de Patrimonio Arquitectónico, además de otras muchas carencias relativas a edificaciones y a otros elementos de interés ubicados en diferentes zonas dentro y fuera del ámbito urbano, algunos de los cuales hubo que volver a incluir en el catálogo por haber sido excluidos del mismo a pesar de que ostentaban la máxima categoría de protección. 
          Como ejemplo quizá más destacado de estas graves carencias mencionaremos el edificio de La Cristalera, un referente imprescindible de la arquitectura española contemporánea construido en 1957 por José Antonio Corrales, Ramón Vázquez Molezún y Alejandro de la Sota, quienes lo integraron armoniosamente en el hermoso paraje del Hueco del Cancho, en la subida al puerto de la Morcuera (código INPHIS CM/85/152). Citando aquí otro ejemplo ilustrativo, junto con otras muchas edificaciones de la colonia histórica de la carretera de Rascafría incluimos la antiguamente llamada Villa Pirucha, una gran casa de veraneo construida en 1935 por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto para Antonio Soria, un conocido y acaudalado empresario mexicano de la época. Pese a formar parte de esta destacada colonia incluida parcialmente en el Catálogo Regional de Patrimonio Arquitectónico, en época relativamente reciente, tras ser segregada en dos propiedades distintas, sufrió varias reformas ilegales que alteraron notablemente su fachada principal de inspiración racionalista y una de las dos grandes puertas en forma de arco que daban acceso a la antigua finca (códigos INPHIS CM/85/166 y 167)(1). 
          Otro criterio de catalogación que empleamos para dotar de protección municipal a algunas edificaciones destacadas, a añadir al de sus valores arquitectónicos intrínsecos, fue preservar el legado cultural y la memoria local de sus antiguos e ilustres propietarios, como Vistalegre, la casa del Premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre, en la que pasó los veranos desde finales de los años veinte hasta su muerte en 1984 y donde escribió gran parte de su obra (código INPHIS CM/85/130), y La del manojo de Rosas, del compositor Pablo Sorozábal, quien escribió allí las partituras de sus zarzuelas más conocidas, como la que le da nombre (código INPHIS CM/85/256). Empleando criterios unitarios de conservación patrimonial incluimos también conjuntos de edificaciones representativos de diferentes épocas y tendencias de la arquitectura española, como las dos interesantes colonias de viviendas de los años cincuenta del pasado siglo que se conservan en Miraflores, de muy distinto origen social en aquellos años del franquismo y que figuran en el Catálogo Regional de Patrimonio Arquitectónico: la colonia del Cerro de los Santos, algunos de cuyos «hoteles» de veraneo más antiguos fueron derribados ilegalmente en época reciente, y las llamadas «Casas baratas», viviendas obreras muy características de la arquitectura social de la posguerra, en este caso destinadas a alojar a los trabajadores y penados llegados de otras regiones del país para la construcción del ferrocarril directo Madrid-Burgos, los llamados tradicionalmente «carrilanos» en la localidad.

Vistalegre, la casa del Premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre no formaba parte
del Catálogo de Patrimonio de Miraflores de la Sierra, hasta que la
incluimos en la actualización de 2019, hoy bloqueada 

          También incluimos en la actualización numerosos elementos patrimoniales tangibles e intangibles existentes en la totalidad del término municipal, pues el Catálogo de 1997 modificado en 2002 prácticamente se limita a los bienes situados en el ámbito del casco urbano (excepto los antiguos molinos y puentes, que quedan incluidos automáticamente en los catálogos municipales por la Ley 3/2013 de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid), para lo que fue de gran ayuda la colaboración de algunos de los muchos vecinos que comparten conmigo el interés por conservar el patrimonio de Miraflores de la Sierra, entre los que no quiero dejar de citar aquí a Cándido Juez y a Marta Valentín-Gamazo, y de asociaciones como el Observatorio del Patrimonio de la Sierra de Guadarrama y Ecos de Miraflores. Así, catalogamos por primera vez construcciones rurales de gran interés paisajístico y etnográfico, entre las cuales figuran algunas tomadas como motivo por la pintura de paisaje del siglo XIX, muros de piedra seca que rodean prados y suertes, majadas pastoriles y casas forestales y de peones camineros. También incluimos antiguas minas documentadas entre los siglos XVII y XIX (códigos INPHIS CM/85/230, 231 y 232) e infraestructuras históricas muy poco conocidas, como son los tramos que todavía se conservan del trazado del antiguo Camino Real de El Paular (código INPHIS CM/85/228) y los restos poco visibles del Ventisquero de la Morcuera (código INPHIS CM/85/227), ambos utilizados desde el siglo XVII para el abastecimiento de nieve a la ciudad de Madrid. Igualmente incorporamos al catálogo fuentes, abrevaderos, albercas, viejos depósitos y captaciones de agua, pavimentos antiguos, hitos, mojones y cruces de piedra conmemorativas. Entre estas últimas, muy amenazadas por el expolio, el vandalismo o la simple desidia e ignorancia de las Administraciones, incluimos la desaparecida «Cruz del Cura», como así era conocida, un crucero de dos metros de altura labrado en una sola pieza de piedra que recordaba la muerte violenta del coadjutor de la parroquia de Miraflores de la Sierra el 10 de agosto de 1936 (código INPHIS CM/85/298). En 2002 quedó enterrada por una excavadora en el talud de la explanada que se abrió al borde de la carretera M-611 para emplazar una parada del autobús interurbano, y allí sigue oculta y olvidada, pero al menos identificada y georreferenciada hasta que alguien decida recuperarla para ser guardada y conservada con un mínimo de dignidad. Igualmente incluimos por primera vez elementos patrimoniales intangibles, como son los paisajes culturales más sobresalientes de nuestro entorno a los que ya nos hemos referido, incluidos los cielos nocturnos que aún se conservan libres de contaminación lumínica, algunos de ellos simbólicos para la historia del descubrimiento artístico, literario, científico y deportivo de la Sierra de Guadarrama (códigos INPHIS CM/85/299 y 300). Todos estos elementos quedan sin protección municipal con el bloqueo de la actualización del Catálogo.
          Como se ve por todo lo que acabo de referir, este largo y pormenorizado trabajo de catalogación lo hicimos con rigor y verdadero compromiso con la conservación de nuestro patrimonio, pero también con la flexibilidad necesaria a la hora de establecer los diferentes grados de protección y de tomar medidas para no perjudicar los intereses de los propietarios de los elementos protegidos, como son exenciones o bonificaciones tributarias en el Impuesto de Bienes Inmuebles, según los casos, y otras similares. Sin embargo, después del mucho trabajo dedicado y el dinero público invertido parece que todo ello ha quedado en nada tras la llegada del actual equipo de gobierno al Ayuntamiento en junio de 2019, ya que en los casi cuatro años transcurridos desde entonces el concejal de Urbanismo, Esteban Domínguez, después del obligado trámite de su exposición pública (BOCM, 30 de enero de 2020, pág. 233), no ha hecho nada para hacer efectiva legalmente la actualización del Catálogo que fue aprobada con su voto a favor cuando ya era concejal en la oposición, es decir, no la ha llevado nuevamente a pleno municipal tras las alegaciones presentadas ni la ha remitido después a la Administración regional para su aprobación definitiva, lo que es también preceptivo. En conclusión: toda una legislatura perdida en lo relativo a la urgente conservación del patrimonio de Miraflores de la Sierra y la Sierra de Guadarrama.

La mayor parte de las edificaciones ganaderas tradicionales conservadas en
el término municipal fueron catalogadas, como la Casilla del Gazapo de la imagen
Labrada en una sola pieza de granito y rodeada de leyenda, la Cruz del Pastor es otro
de los viejos cruceros repartidos por el término municipal de Miraflores de la Sierra
que recuerdan una "muerte en descampado", según la expresión popular de antaño 
           
          He esperado tanto tiempo antes de publicar estas líneas dando un voto de confianza al concejal de Urbanismo, teniendo en cuenta lo complicada que ha sido esta legislatura a causa de la pandemia y el confinamiento. Y lo he hecho aun a sabiendas de que la ralentización administrativa producida por el estado de alarma decretado el 14 de marzo de 2020 no puede justificar de ningún modo la paralización del proceso de la actualización del Catálogo. Por supuesto, nada de alarma ni confinamiento; la verdadera causa está en el hecho de que si la actualización se hubiera remitido a la Comunidad de Madrid para su definitiva aprobación y entrada en vigor el concejal que es quien toma las decisiones últimas sobre Urbanismo sin contestación o réplica alguna por parte del alcalde no hubiera podido sacar adelante dos modificaciones de las normas subsidiarias que llevó a pleno posteriormente, que fueron aprobadas gracias a la mayoría absoluta de su partido en el Ayuntamiento: una para dar vía libre a nuevos desarrollos urbanísticos en el llamado Ámbito aplazado, y otra para el cambio de usos permitidos en algunos antiguos edificios industriales o residenciales y poderlos destinar al uso hostelero o a la celebración de eventos turísticos.
           Aun teniendo claros estos motivos, en el último pleno municipal celebrado el 27 de enero de 2023, aproveché el turno de ruegos y preguntas para pedirle personalmente explicaciones sobre las causas de este bloqueo, pero no acertó a dar respuesta justificada alguna, tildando de absurdo «eso de incluir paisajes en el catálogo» y culminando su intervención con la guinda «tú no eres de Miraflores...».
          Soy de Miraflores desde hace mucho más tiempo que él, y sé por experiencia propia lo espinoso y desagradable que es aguantar las presiones y recriminaciones que traen consigo estas medidas generalmente impopulares tomadas por los ayuntamientos para proteger el patrimonio en municipios donde las relaciones de vecindad son muy estrechas. Pero soportarlas en defensa del interés común es algo que va implícito al cargo y a las funciones de concejal, y muy especialmente cuando se asumen las competencias de Urbanismo, y por supuesto dando uno mismo ejemplo con la inclusión en el Catálogo de su propiedad familiar.
          Y por si se quisiera utilizar como argumento el cambio legislativo en ciernes, la aprobación de la nueva Ley de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, que tendrá lugar previsiblemente antes de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo de 2023, no puede servir de excusa para el incumplimiento de la Ley 3/2013 todavía hoy vigente, y menos aún cuando aquella va a relajar las exigencias a los ayuntamientos ampliando el plazo para actualizar los catálogos de uno a tres años a partir de su entrada en vigor, lo que nos haría perder un tiempo precioso. La modificación puntual de las Normas Subsidiarias Municipales para la actualización del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de Miraflores de la Sierra fue aprobada por mayoría en pleno municipal amparándose en la ley entonces y todavía hoy en vigor, y por ello debe ser firme jurídicamente y aplicable legalmente después de su aprobación definitiva por la Comunidad de Madrid. Y si es necesario habrá que acogerse también a la Disposición Adicional Sexta de la futura Ley, que deja todo bien claro en lo referente a la inacción y la pasividad de los ayuntamientos en el cumplimiento de la normativa(2).
          No se puede desperdiciar más tiempo, insisto, porque el Catálogo es el gran directorio para el completo y detallado conocimiento de nuestro patrimonio, y la única herramienta de que disponemos actualmente para evitar nuevas pérdidas de este recurso de enorme valor para un municipio que tiene como principal opción de futuro el turismo sostenible y de calidad en el privilegiado entorno del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Sólo falta la voluntad política de rematar su actualización, lo que no va a ser posible antes de las próximas elecciones, pero sí después por el equipo de gobierno al que le corresponda hacerlo. Que no nos ocurra lo mismo que en el cercano municipio de Los Molinos con la frustrada actualización de su catálogo, un espléndido trabajo que hoy constituye todo un referente para el conocimiento y la conservación del patrimonio de la Comunidad de Madrid, promovido en 2014 por el entonces concejal independiente de Urbanismo, Adolfo Rodríguez, Fito, y malogrado por conveniencias políticas.  
          Con el fin de conocer y valorar la importancia de esta herramienta para la conservación del patrimonio cultural de Miraflores de la Sierra y estimar el valor del trabajo realizado para su elaboración, aquí se puede acceder al documento del Catálogo actualizado y aprobado el 1 de febrero de 2019(3), a falta de las modificaciones a introducir tras los informes sectoriales de las administraciones y las alegaciones de particulares para la propuesta de aprobación definitiva que debería haberse cursado por el Ayuntamiento hace ya mucho tiempo.

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(1) Antonio Soria fue el fundador y director de la distribuidora cinematográfica "Rey Soria Films", un personaje de la alta sociedad madrileña en los años treinta y cuarenta del siglo pasado que no escatimó dinero para construir esta magnífica casa de veraneo situada en un entorno de enorme calidad paisajística. Además de su valor patrimonial como obra del gran arquitecto Luis Gutiérrez Soto, Villa Pirucha guarda, como tantas otras antiguas edificaciones de Miraflores de la Sierra, parte de la memoria histórica menos conocida de la localidad. Por ello quizá no esté de más referir aquí, aunque sea como un simple apunte anecdótico, el asalto a la casa perpetrado en agosto de 1946 por una partida del maquis al mando de Adolfo Lucas Reguilón, el último guerrillero antifranquista que actuó por las montañas españolas en los años de la posguerra. Inmediatamente después de esta acción, en la que despojaron al empresario mexicano de la entonces nada despreciable suma de 20.000 pesetas en concepto de "contribución a la causa republicana", la partida de Reguilón cruzó el puerto de la Morcuera para llevar a cabo su golpe de mano más atrevido: la ocupación durante unas horas de la localidad de Alameda del Valle, donde proclamaron la República tras izar la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento, de lo que dejaron constancia por escrito en el libro de actas municipal.  

(2) "Los ayuntamientos que no hayan modificado sus catálogos de bienes y espacios protegidos desde 2013 deberán completarlos o formarlos en los términos establecidos en el artículo 36 en el plazo máximo de tres años a contar desde la entrada en vigor de la presente ley. En ningún caso se entenderá que la inactividad de los ayuntamientos da cumplimiento a las obligaciones establecidas en el apartado anterior de esta disposición adicional..." (Disposición Adicional Sexta del Proyecto de Ley de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, aprobado el 19 de octubre de 2022).

(3) Las coordenadas UTM de cada ficha no aparecen en este documento PDF resumido de la base de datos INPHIS. De forma provisional, algunas de las fichas no llevan las fotografías correspondientes, por referirse a tramos largos de cañadas y caminos.